Si algo puede incomodar a una sociedad es que se simule una realidad; así, cuando vemos la simulación en el amor, nos duele; cuando apreciamos la simulación en el sexo, nos insulta; cuando conocemos la simulación de la clase política, nos destroza. Lo mismo sucede en esta gran mascarada farsante en que se ha convertido la educación en línea.
La pandemia no ha revelado que la humanidad haya creado un nuevo pacto de apoyo y colaboración social digno y expreso; por el contrario, bajo la tutela de los gobiernos y los hilos de las clases políticas que se encuentran reestructurando el rumbo de sus intereses en la humanidad, se han creado frente a la inminente explosión social en un mundo desigual y explotado, las condiciones del engaño que pavimente la era del control de casi toda posibilidad de conciencia.
Entonces, el gobierno y su clase política nos escondió, nos dijo: “Quédate en casa”, sugerencia nula porque de todas formas la mayor parte de los ciudadanos salieron a trabajar con el peligro de contagiarse y perder la vida. El “Quédate en casa” es una máscara para quienes pueden usufructuar de su poder sobre la sociedad, mientras para la mayoría es una mentira, un cuchillo en el corazón y una burla de Estado.
En este engaño, la educación en línea tiene un efecto regresivo a nivel cognitivo y de desarrollo educativo, incluso mental. En primer término, la educación no estaba concebida para ser diferida en una pantalla, sino para utilizar los elementos de una pantalla para afianzar la educación presencial a través de la tecnología educativa; por lo cual ni profesores ni alumnos responden al flujo de conocimiento en línea, el cual se diluye y parcializa porque toda experiencia humana es emocional y la educación siempre lo ha sido.
Imaginemos un estudiante de Medicina diseccionando un muñeco en vez de un cadáver, ¿qué consecuencias tiene? Cruentas. Imagínate que en vez de hacer el amor con tu compañera, novia, amiga… se te ocurre a través de la pantalla decirle que te lo haga, esto equivale a una masturbación cibernética pero no a una relación sexual, donde el cuero, las emociones, los sentidos y las expresiones humanas se ponen en juego erótico.
Lo mismo vemos hoy en la educación en línea. Nuestros hijos ponen cara de serios y lo mismo hace el profesor, pero la desesperación es obvia, el contenido es lineal, ¿cuándo el conocimiento ha sido lineal? Así, lo que vemos es una pantomima del proceso enseñanza-aprendizaje; lo que vemos es una masturbación educativa.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.