Después de dos semanas de guardarse al resultar positivo a covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) reapareció este lunes en sus tradicionales conferencias mañaneras, agradeció a quienes se preocuparon por su salud y dijo estar totalmente recuperado. Sigue con la costumbre de no usar cubrebocas e insistió que en México nunca será obligatorio hacerlo, muy a pesar de los casi 170 mil muertos, según la contabilidad oficial, aunque se ha dicho que en realidad podrían ser tres veces más los fallecidos.
Se reinicia así esa forma de gobernar con la que millones de mexicanos viven felices y satisfechos, pero en donde también hay otros millones –no sabemos si más o menos que los primeros- cada vez más preocupados por el rumbo que lleva el país en temas fundamentales como salud y economía, para no hacer la lista más grande.
Nos estamos acostumbrando a los dichos del presidente, al maltrato verbal hacia los periodistas y medios de comunicación que le critican, llámense Brozo, Carlos Loret de Mola o Reforma y El Universal; a la defensa encarnizada de casos y de personajes a veces indefendibles, como Manuel Bartlett o el senador Napoleón Gómez Urrutia; al empecinamiento en obras cuyas expectativas no son las mejores, como el tren maya o el aeropuerto en Santa Lucía.
El gobierno federal sigue adelante ya con más de un tercio de mandato recorrido, con recortes presupuestales brutales en aras de evitar la corrupción como compromiso más importante de campaña que le permitió, después de dos intentos fallidos, instalarse por fin en Palacio Nacional. Aunque los resultados en el tema son adversos: la corrupción no baja, y en no pocos casos es al contrario.
En este complicado escenario, Andrés Manuel ha ido acumulando una larga lista de temas que rechaza, que le disgustan, vamos. Por ejemplo, a pesar de que quiere terminar con la corrupción, no le gustan las licitaciones. Sí, tal como sucedió como cuando en la hoy CDMX construyó el segundo piso, en donde además la información de los costos y demás están hoy todavía etiquetados como “reservados”. Tampoco le gustan los contratos que firmaron gobiernos anteriores con empresas privadas en materia de energía y ahora propone reformas que atentan y hasta ponen en riesgo el acuerdo comercial trilateral con Estados Unidos y Canadá, en aras de empoderar a una reumática Comisión Federal de Electricidad, dirigida ya saben por quién. Adiós –por cierto- al plan de energías limpias.
AMLO no acepta que el robo de combustible no solamente no ha desaparecido, sino que en entidades como la nuestra el huachicoleo se ha incrementado, tal como lo demuestran estadísticas incluso de Pemex. Ciertamente cuando recién asumió el cargo e implementó algunas medidas para evitar este delito, propios y extraños lo reconocimos, pero hoy en día todo parece indicar que ya se “normalizó”.
Le incomodan al presidente temas como los feminicidios, la igualdad de género, la violencia, el tráfico de drogas. En las últimas semanas ha mostrado su disgusto con Facebook y otras redes sociales que de benditas se convirtieron en malditas, simplemente porque en Estados Unidos vetaron a su amigo, el ahora expresidente Trump, o porque un directivo de estas empresas en México participó hace años en alguna actividad -como cualquier ciudadano- con el Partido Acción Nacional. Amenaza con que el gobierno va a crear su propia red social.
A AMLO no le gusta viajar al extranjero, visitar a Trump fue una verdadera excepción porque estaba en plena campaña para su reelección y qué bueno que ni así ganó. Tampoco le gusta intervenir en problemas internos de país alguno, aunque a veces se desvía de esta conducta y le ofrece un lugar seguro a Evo Morales, con todo y que al final de cuentas éste se fue y ni adiós dijo, mucho menos gracias.
Está más que visto que al presidente no le gustan las organizaciones civiles, para él son grupos de conservadores que piden dinero en el extranjero para desestabilizar al país. Y tampoco le gustan las calificadoras como Moody´s o Standard, por supuesto el rechazo es total cuando estas empresas se atreven a calificar mal a México.
Tema fundamental son los órganos autónomos. Desde hace tiempo López Obrador no quita el dedo del renglón en la crítica, la descalificación, las amenazas para promover la desaparición de instituciones como el INE, la Cofece, el Inai, el Inegi un largo etcétera. Cualquier órgano cuya creación él mismo promovió cuando era opositor, hoy el presidente busca la forma de desaparecerlo. ¡Qué ironía!
Es claro que la estrategia del jefe de Estado es desaparecer cualquier órgano o institución que por ley no esté sometido a él. Que nada ni nadie se ponga enfrente de López Obrador porque un equilibrio de poderes, sea con los medios de comunicación o con los órganos autónomos, atenta contra la estrategia de un nuevo gobierno que pretende (y no logra) la Cuarta Transformación.
Los temas que disgustan al presidente no son pocos, nos hemos referido apenas a algunos. No podemos olvidar que tampoco le gusta el avión presidencial: ya lo rifó sin rifarlo, el caso es que la nave sigue en manos del gobierno generando gastos y ningún beneficio porque bien sabemos que él viaja en avión comercial, en una estrategia cuyo beneficio a los mexicanos ciertamente muy pocos han entendido.
El tabasqueño ya se recuperó del covid-19 y los mexicanos esperamos que pueda enfrentar el reto mayúsculo que hoy significa vacunar a millones de mexicanos. Propios y extraños deberán reconocer que en materia de vacunas aquí han sido más discursos que efectividad, pues mientras en Estados Unidos ya se vacuna a dos millones de personas por día, aquí no llegamos siquiera a diez mil. Así las cosas.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima entrega, pero… Entre nos.
Por: José Guadalupe Rodríguez Cruz
*Egresado de la UNAM como licenciado en Derecho y Diplomado por el Instituto de Administración Pública de Querétaro y por la Universidad Iberoamericana en Políticas Públicas. *Regidor Municipal en Tula, Secretario Municipal de Tula, Diputado local en la LVII y LIX Legislaturas en el estado de Hidalgo y Presidente Municipal Constitucional de Tula 2000-2003. *Autor del libro “Desde el Congreso Hidalguense” y coautor del libro “Tula... su Historia” *Director y fundador del periódico bisemanario “Nueva Imagen de Hidalgo”, que desde 1988 se pública en Tula, Hgo.