Asombro y estupor han causado las reflexiones sobre la marcha del actual gobierno y sus alcances en un medio hostil de la realidad social, y no me refiero a la pandemia, sino a la realidad política construida desde la clase política y los sectores que se han beneficiado y enriquecido con el uso del Estado y sus gobiernos en México.
Desde luego que resulta controvertido hablar de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como el mejor presidente de México, pero sin duda alguna lo es menos cuando pensamos en la serie de mandatarios que ha tenido el país y vale la pena situar en este tercio del sexenio lo que el tabasqueño implica para el ciudadano común.
Creo que está claro que AMLO no es un ladrón, que no utiliza ni ha utilizado su investidura de servidor público en ninguno de los cargos que ha tenido para enriquecerse de manera ilícita, o a su familia, o a sus amigos. Es un hombre humilde, de bajo perfil, de palabra sencilla pese a ser instruido, con la pronunciación de su propio acento tabasqueño, quizá vehemente y demasiado optimista, pero sin resquicios ni falsas posturas; siempre el mismo: el mismo que perdió una y otra vez la elección presidencial frente a manejos fraudulentos, hasta que la voluntad del pueblo no se pudo quebrantar frente una realidad aplastante en las urnas que la misma oposición tuvo que reconocer.
¿Cuáles son los dividendos de la gestión de AMLO? Su programa de gobierno ha impulsado la protección a los sectores desposeídos, aquellos que están siempre en los discursos de los políticos pero que pocas veces son asistidos; allí están los ancianos, los niños, los adultos, los de a pie, los pobres.
El combate a la corrupción e impunidad es significativo, pero no suficiente. Al respecto existen dos premisas y presiones sociales. Por una parte, los ciudadanos que, hartos, desean que de un solo mazazo López Obrador y su gobierno acaben con los corruptos y, en segundo lugar, aquellos que no desean que esto suceda y critican todo lo que resulta erróneo o extraño, pero que esconden sus intereses en estos ataques. Lo cierto es que una estructura jurídico-política corrupta no se depura de la noche a la mañana, para ello se tendría que generar un régimen autoritario y el de López Obrador no lo es.
¿Cuáles son las zonas oscuras del sexenio? Sin duda, las tareas económicas y de desarrollo social, donde los programas de ayuda no son suficientes y donde la marcha del país no es, ni puede ser, la esperada porque a este gobierno le tocó bailar con la más fea: una pandemia que ha contraído la actividad no sólo económica, sino también en casi cualquier esfera social.
¿Qué le espera al gobierno de AMLO? Deberá luchar por reestablecer el orden jurídico-político de corrupción e impunidad, pero se topará con la reacción de la oposición política y sus sectores de élite, y será la piedra en el zapato; sin embargo, si endereza el barco, elimina corrupción e impunidad y hace de la hacienda pública el bastión de la limpieza económica, habrá otro horizonte.
¿López Obrador es el mejor presidente que ha tenido México?
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
