Otra de las posiciones más competidas en la novena ideal de la Liga Mexicana es la esquina caliente. Resulta lógico que la mayoría se haya decantado por Nelson Barrera Romellón, el mejor jonronero de la liga, con 455, y el máximo productor, con mil 928.
El apodado Almirante jugó durante 26temporadas para cuatro equipos, siendo los Diablos el equipo de sus amores, con el que conquistó tres campeonatos, aunque con los Guerreros de Oaxaca fue campeón como mánager y jugador en 1998. Sin embargo, el resto de los nominados eran mejores guantes.
Leonardo Rodríguez derrochó calidad durante sus 13 temporadas en la Liga Mexicana. Aunque fue campeón con los Tigres en 1955, es mayormente recordado por sus temporadas con los Diablos: promedió .315, con 46 jonrones y 619 producciones.
Otro que maravilló en la antesala era el veracruzano Celerino Sánchez Pérez, quien jugó durante 13 temporadas en cuatro equipos de la Liga Mexicana. Su calidad y su poder le alcanzaron para llegar a la Gran Carpa con los Yanquis, aunque nunca pudo desbancar a Craig Nettles. El nativo del Guayabal, fallecido en 1992, tuvo un promedio de .301, con 85 jonrones y 514 producciones.
Apodado el Acorazado de bolsillo, Enrique Aguilar Martínez es toda una leyenda rielera, en donde jugó 20 temporadas. Conectó 305 palos de vuelta entera e ingresó al salón de la fama en el 2005.
Alejandro Ortiz es el tercer mejor jonronero de la Liga, con 434 películas de largometraje, la mayoría de las cuales conectó con los Tecolotes de Nuevo Laredo.
Mención aparte merece Aurelio Rodríguez. Novato del año con los Charros de Jalisco en 1967, saltó a las Grandes Ligas durante 17 temporadas, llegando a ser, incluso, Guante de Oro. Falleció en un accidente de tránsito el 23 de septiembre del 2000. Es, sin duda, el mejor tercera base mexicano de la historia.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.