Uno de los argumentos en los que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) basó su lucha para ganar la Presidencia de la República fue ofrecer una y otra vez que combatiría con toda energía la corrupción que desde hace muchos años se ha instalado en los gobiernos de todos los niveles en nuestro país.
Es cierto que la corrupción es el mal que tiene a México, también desde hace años, hundido en un mar de inseguridad que hoy en día no sólo no se detiene y menos disminuye, sino que crece y crece. Basta ver el número de homicidios durante la semana pasada, lo mismo en Guanajuato que en Sonora, Sinaloa y Zacatecas.
Sin embargo, la lucha contra la corrupción sigue siendo la bandera de AMLO y no dudamos que él sea una persona que, ni antes ni ahora, ha buscado acaparar los recursos públicos, pero los estudiosos del tema, y simplemente el diario vivir, nos muestran que desafortunadamente la corrupción no se ha erradicado.
Es cierto: no podemos exigir que México sea un país nuevo con el actual gobierno, pero no se ve que cuando menos vayamos en camino; es decir, no pedimos que la corrupción se termine de tajo, pero no se percibe ni siquiera que las cosas sean diferentes, que mejoren “aunque sea poquito”.
CORRUPCIÓN, EN TODOS LOS GOBIERNOS Y EN TODOS LOS PARTIDOS
E insistimos en que el mal sigue en los tres niveles de gobierno, sin importar el partido político en turno. Sólo tres casos recientes: el embute millonario al juez federal para liberar del penal del Altiplano al Mochomo; la extorsión de la que son víctimas en Hidalgo decenas de conductores por el ineficiente programa “Hoy no Circula” (“les di 200 pesos para que nos dejaran seguir nuestro camino”, dijo hace tres días una amiga cuando le tocó un retén en la carretera Jorobas-Tula, pero sabemos que los policías estatales se dejan pedir de a mil); a nivel municipal, en Tula sólo basta preguntar por qué el trato diferente en el área de Reglamentos a los comercios por el tema de la pandemia. Y en los giros rojos el embute como siempre.
Pero bueno, no perdamos de vista que AMLO es el gobernante que como candidato, ofreció casi en cada discurso de campaña, terminar con la corrupción y la realidad hoy demuestra lo contrario, no solamente dicho por los mexicanos de a pie, ya que incluso lo ha señalado así una firma londinense llamada Control Risks, junto con la Sociedad de las Américas.
CRUZADA VS. LA CORRUPCIÓN, UN DISCURSO MÁS
De esta forma se entiende que la cruzada contra la corrupción declarada por el presidente quedó en mero discurso. El estudio establece que la habilidad de detectar, castigar y prevenir actos corruptos no ha registrado ningún cambio en lo que va de la autoproclamada Cuarta Transformación, pues López Obrador llegó al poder con la promesa de poner fin a la corrupción y aunque el tema se ha mantenido en lo más alto de la agenda de su gobierno, no ha habido resultado positivo alguno.
En el índice 2020 sobre las capacidades de los gobiernos de América Latina para combatir este mal, México saca peores notas que durante 2019: una calificación de 4.55 puntos en escala de 10, por debajo del 4.65 registrado el año pasado. Aparecemos en el octavo peldaño de una lista de 15 estados latinoamericanos que en conjunto suman 95% del PIB de la región. El mejor ubicado es Uruguay, con un resultado de 7.78 y el peor es Venezuela con 1.52.
Los datos proceden de análisis publicados por el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial y la Unesco. En el capítulo dedicado a México, se indica que son diversos los factores que explican el estancamiento, uno de los más importantes es que no se concreten las reformas institucionales a largo plazo, pues el presidente ha basado su campaña anticorrupción en torno solamente a su capacidad personal para erradicar el problema.
¿Y EL SISTEMA NACIONAL ANTICORRUPCIÓN? BIEN, GRACIAS
Agrega el estudio que el presidente ha ignorado el Sistema Nacional Anticorrupción, aumentando solamente el uso discrecional del gasto público, desestimando los controles para mejorar la gobernabilidad, entre otras tendencias preocupantes. Sostiene que si bien la Unidad de Inteligencia Financiera ha expandido sus actividades y revelado casos de corrupción, prevalece la duda sobre hasta qué punto llega la influencia presidencial.
El documento establece que la campaña anticorrupción emprendida en los últimos dos años por la sociedad civil ha perdido fuerza, en parte por los ataques de AMLO a las ONG’s. Recomienda seguir los procesos en curso contra antiguos altos funcionarios del gobierno federal, como Emilio Lozoya, Javier Duarte y Genaro García Luna.
URGE ENDEREZAR EL RUMBO
Es necesario y urgente que López Obrador modifique su estrategia si de verdad desea que al terminar su mandato la historia lo pueda juzgar como un gobernante que dio resultados en el combate a la corrupción, porque no dudamos de su voluntad por avanzar en este rubro, pero está claro que no son suficientes las buenas intenciones para que la historia diga que con él la corrupción terminó, o cuando menos pudo disminuir.
Por hoy es todo, nos leemos en la siguiente entrega, pero… Entre nos.
Por: José Guadalupe Rodríguez Cruz
*Egresado de la UNAM como licenciado en Derecho y Diplomado por el Instituto de Administración Pública de Querétaro y por la Universidad Iberoamericana en Políticas Públicas. *Regidor Municipal en Tula, Secretario Municipal de Tula, Diputado local en la LVII y LIX Legislaturas en el estado de Hidalgo y Presidente Municipal Constitucional de Tula 2000-2003. *Autor del libro “Desde el Congreso Hidalguense” y coautor del libro “Tula... su Historia” *Director y fundador del periódico bisemanario “Nueva Imagen de Hidalgo”, que desde 1988 se pública en Tula, Hgo.