Existen signos inequívocos de impotencia de las élites en México sobre la reestructuración política del nuevo gobierno, que en términos estrictos no es un gobierno de izquierda, pero sí de un sector político que pretende una moralización política nacionalista.
Después de décadas de lucha social, Andrés Manuel López Obrador consiguió la Presidencia de la República dejando atrás una estela de corrupción y fraudes electorales que le impidieron llegar antes a la primera magistratura del país azteca.
El vertiginoso ascenso de AMLO, investido de una legitimidad y aprobación inusitada, ha causado estragos en casi dos años de gobierno en las élites del poder que hoy se encuentran alentando y pavimentando un golpe de Estado para deponer al gobierno legalmente constituido. Aunque este plan comenzó de manera desordenada y tímida, con los planes y programas de gobierno y el papel de la hacienda pública se ha comenzado a perfilar una estrategia estructurada y nítida.
En este trazo golpista se ha creado un grupo anti-AMLO dirigido por empresarios y opositores políticos al régimen y que está tratando de crear la imagen de un rechazo generalizado del pueblo hacia el presidente, incluso exigiendo su renuncia.
En dicha estrategia de movilización social, el vector son los sectores pequeños burgueses de la llamada clase media; se intenta que, ante el descontento del pago de impuestos y al quiebre de los privilegios de negocios, se aliente la inconformidad y se cree la imagen de un país en ruinas, que no tiene porvenir porque el gobierno en turno no lo genera.
En objetivo trazado es debilitar a López Obrador de cara a las elecciones intermedias, para ascender en la Cámara y en la fuerza de los estados. Sin embargo, hasta ahora no ha habido resultados, porque la visión política de los que menos tienen e inclinan la balanza en las elecciones sigue favoreciendo a López Obrador, el que no tiene temores e inclusive ha pedido supeditar su poder con una posible revocación de mandato, cosa que se presenta poco menos que impensable.
En el trazo del odio y rencor político, las fuerzas vivas de la oposición marcaron el fin de semana pasado una movilización en más de 70 ciudades del país exigiendo la renuncia de López Obrador, pero las manifestaciones fueron desangeladas y sin poder de convocatoria, causando desánimo para el sondeo de fuerza y con un marcado ridículo de élites impotentes, porque muchas de las caravanas iban en automóviles de lujo, como BMW, Mercedes Benz y Audi, de modo que se emitió un doble discurso a la sociedad mexicana: los que más tienen lloriquean y se lamentan del gobierno, mientras los vulnerables que sobreviven con penurias apoyan decididamente a López Obrador.
La intentona de golpe apenas empieza, estamos viendo la punta del iceberg de una lucha inusitada en el país. Por lo pronto, un grupo de intelectuales de la vieja guardia ha hecho un llamado a la sedición, al grado que difundieron un video llamado: “Cómo hacemos para que la gente deje de creer y apoyar a López Obrador”, en vez de titularlo: “Cómo hacemos para apoyar el proyecto de Estado y hacer que triunfe el pueblo de México para vivir en paz y dignidad”.
El golpismo se aproxima.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
