La pandemia política del COVID-19

Nada tan putrefacto como pensar al establishment, que hoy esconde la cara frente a la sociedad para dejar moribundos y en letal indefensión a los ciudadanos, que aun frente a esta cruenta pandemia y frente a un Estado rebasado, son incapaces de tomar las calles para exigir un nuevo paradigma gubernamental donde el pueblo realmente sea la voz que manda en su porvenir.

Tantos y tantos politólogos, como Cassirer, han dejado en clara esta monserga de las elites que crearon una estructura e instrumento estamental para privilegiar los intereses, abiertos o no, que esconden esos apetitos miserables que hoy nos subyugan y obligan a reproducir los oscuros privilegios de unos cuantos, cuando la mayoría morimos o nos cagamos de hambre y desolación.

¿Por qué creer en el Estado y sus esbirros de la clase política, que es juez y parte de todo y de las elites del poder? Hay que ser ingenuo o pendejo para pensar que el Estado es un ente perfeccionador y armonizador de la sociedad, esto es poco menos que pensar, como diría Benedetti, en “redimir a un criminal”, lo cual no es posible porque en sus entrañas se esconde la maldad. Lo mismo ocurre con los grupos de poder del Estado, que esconden la maldad y sólo un virus destapa su miseria para advertirnos que como estructura perfeccionadora del hombre es un absoluto mito.

Debemos aprender de esta significativa e ilustradora lección que nos brinda el coronavirus para reestructurar nuestra lógica ciudadana frente a los miserables mundiales que manejan al Estado. De no hacerlo, las miles de muertes en distintos países a causa de la parafernalia política del Covid-19 habrán servido de patíbulo a nosotros mismos, mientras que los buitres del Estado se cagan de la risa.

Qué reverenda estupidez lo crónico de la muerte humana frente a la carnicería del Estado que puede gastar millones de dólares en mantener el armamentismo a los parias del ejército y la policía, mientras los que sufren la cuarentena se cagan de hambre y desolación, quienes están enfermos ni siquiera cuentan con una vacuna, claro, porque reditúa hacer una guerra o crear armas, pero salvar con una vacuna a la humanidad es pedir mucho a los miserables del mito del Estado.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.