La Agencia Norteamericana Aeroespacial (NASA, por sus siglas en inglés) sigue sus incursiones en Marte, el planeta rojo, para tratar de establecer una base permanente que aproveche las condiciones climáticas y que cree vida para adecuar su atmósfera y hacerla apta para la vida humana.
El proyecto de la NASA no es una ficción ni una película de Hollywood, es completamente viable, desde luego no en el corto plazo, pero deja una estela de mierda y podredumbre sobre el futuro de nuestro planeta por el abandono y la depredación que las grandes potencias han causado.
La cuestión es clara: si se está explorando el universo no es sólo por un interés científico, sino que se acepta que la Tierra se muere por las heridas que los seres humanos le hemos causado, como cuando un navío se hunde y las ratas son las primeras en huir, ¡qué mierda!
A flor de piel están los apetitos de las elites económico-políticas que buscan incrementar su poder y riqueza, realidad que provoca náuseas a una mente limpia, o por lo menos, bien intencionada con respecto a la humanidad.
Cruento resulta -y ha resultado siempre, pero de manera marcada en los siglos XX y XXI- que la vida del planeta esté en manos de unos pocos mientras la mayoría de la especie humana se caga de hambre y vive en la miseria absoluta. Esto tiene que ver con la concentración de riqueza, que provoca la pobreza y empuja a los detentadores de la política al escenario del espejismo, donde se hace parecer que todos somos responsables del medio ambiente, pero las minorías opulentas se burlan de esta idea y dañan casi todo.
La reflexión lógica admite que el poder político, salvo raras excepciones, se encuentra en manos de depredadores sociales, psicópatas sin escrúpulos que hacen de la realidad social la mierda que quieren, dejando pocos o nulos espacios para una reacción orgánica de los sujetos sociales, ya sea por represión política y social, o bien, por el control de los aparatos ideológicos del Estado y su reproducción hegemónica.
Una vez habitable, Marte se habrá de convertir en la misma mierda que es hoy la Tierra, porque los apetitos de los mercaderes políticos y económicos no se hicieron para respetar a la humanidad.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.