- Muerte, hackeo, lavado de dinero y sospechosas “becas” han puesto a Gerardo Sosa en la mira de todo el país
En mecánica se dice que hay un efecto dominó cuando una cadena de acontecimientos cercanos en el tiempo uno del otro generan una colisión, una sacudida violenta que lo desordena todo. Pieza por pieza, las fichas de un dominó se golpean entre ellas y terminan todas abajo, en el piso.
Es allí donde está ahora la reputación del presidente del Patronato Universitario de la UAEH, Gerardo Sosa Castelán, quien en las últimas semanas ha visto caer, pieza por pieza, las fichas de un juego que dominó durante años. Una muerte, un hackeo, una declaración sobre lavado de dinero y la noticia de cantidades obscenas de dinero que fueron pagadas a su hija a modo de beca por parte de la universidad son las piezas que han creado esta violenta destrucción.
Debemos decir que esta tragedia es personal, no institucional. Estas fallas no hacen tambalear a la universidad en sí misma, que estos días ha intentado defenderse a capa y espada de los ataques mediáticos y de la crisis de credibilidad entre la comunidad hacia la figura de Sosa Castelán. Este desastre pone en el centro del estallido al dirigente universitario, a su historia, a las verdades que se murmuraron entre los pasillos de la máxima casa de estudios, pero que nunca se dijeron en voz alta, hasta ahora.
Ésta es la colisión de un hombre que bajo el cobijo de una institución educativa de carácter público (que debería tener como única meta el noble objetivo de formar a los profesionales del futuro) ha creado redes sospechosas que lo han beneficiado durante décadas.
Esta crisis no representa a la comunidad universitaria, eso lo sabemos, o al menos no a todos. Esta crisis representa el violento encuentro de una historia de prepotencia y cinismo con el peso de las consecuencias. No sabemos quién ha empujado las fichas para que se cayeran ni cuál es la razón detrás, sólo nos queda preguntarnos: ¿cuándo caerán las piezas que faltan?