Durante la visita de Andrés Manuel López Obrador a Hidalgo dos fueron los ventaneados: César Mora Velázquez y Lucero Ambrocio Cruz, secretario de Contraloría Interna y diputada local por Morena, respectivamente.
Mora Velázquez fue exhibido por participar en un mar de contradicciones entre sus posturas, cargos y preferencias políticas. Por un lado, el joven exregidor y oriundo del Estado de México arribó a Hidalgo como secretario de Organización del CDE PRI, mostrando prepotencia e incapacidad desmesurada. Mucho se rumoran los múltiples despidos de todos los hombres en los que encontraba “competencia”, así como el despliegue de una exagerada rutina de besamanos en la que sólo los más vehementes barberos lograron asegurar su puesto cerca de él, mientras obtuvo los peores resultados de la historia del priismo en la entidad por falta de trabajo y desconocimiento de la política local. Mientras que en redes sociales se burló grotescamente de la tragedia de Ayotzinapa y los 43 estudiantes desparecidos, pues para él resultaron poco más que una exageración, ahora se le vio emocionado cual niño saludando al presidente de la República, por lo que inmediatamente se comenzaron a lanzar diversas teorías sobre el “chaqueteo” del joven mexiquense.
La segunda en sobresalir para mal fue Lucero Ambrocio Cruz, ahijada política de Cipriano Chárrez, a quien la unen fuertes lazos afectivos que le ganaron su lugar como candidata y ahora, por un “tiro de fortuna”, una curul en el recinto legislativo. Resulta que la cercana amiga de Chárrez ha estado muy molesta porque se dieron a conocer en diversos medios de comunicación los accidentes que ocasionaron su padrino político y ella. El diputadillo federal causó la muerte de un joven y su pupila conducía tan rápido que por poco causa severos daños a otro joven. Motivada en lo que calificó como “publicidad comprada”, se encargó de llevar a su primo al evento de AMLO para gritar “¡Fuera Fayad!”, es decir, buscó generar revuelo entre las multitudes para que se diera una mala nota del Ejecutivo local. Pero Ambrocio no contó con que saldría exhibida por nepotismo, pues en la nómina del flamante Congreso local aparece el mismo personaje: su primo. Resulta que la morenista salió gritona en tribuna y en los hechos tan vendida y corrupta como cualquiera, pero esta vez intentó jugar rudo en el campo de la política estatal y sólo exhibió su novatez.