Señor del Mezquital, apóstol por decenios de los pobres y oprimidos; voz de los marginados, defensor de los olvidados, muro de las lamentaciones de los explotados; maestro y guía de nuestro pueblo… en esta hora de la ceguera colectiva que te sacrifica en el escarnio y en la calumnia por haber causado la muerte por fuego de un ciudadano sin más fuerza que su derecho a vivir y que Tú, cegado dicen algunos, por la soberbia del calcio (hueso) logrado por tus desvelos de gestor del Maná para los sin techo ni esperanza, por tus dotes y virtudes de gran luchador social en grado de gran Tlatoani… míranos con ojos de compasión y perdona nuestra torpeza de no ver que por todo lo que has logrado estás por encima de la ley, porque Tú eres la ley, palabra incandescente de bien y de justicia…
Fuimos unos locos al señalarte como inhumano, ambicioso de poder hasta el extremo de dejar morir a un joven y que para salvar tu imagen pura y limpia hiciste una carrera de cometa en busca de nuevos cielos que los celulares malignos grabaron para vergüenza de la falta de solidaridad humana. Perdona nuestra ceguera que nos impidió apreciar veinte años de servicio a los sin camisa, sólo por tu gran corazón sin ambiciones, sin llenadera de poder y de dinero que te han permitido una vida de Mara-ha, Sultán y Señor del antes y el después, padre y amo del fuego y el horizonte…
Qué ciegos hemos sido sin darnos cuenta de tu grandeza de bienhechor de todos nosotros y ahora dolidos absurdamente por la forma en que, según los testimonios del video, huyes cual conejo del fuego donde arde un ser humano, que no alcanzaste a ver por llevar tu rostro-faro escondido para que nadie se cegara con su luz, no para evitar dar la cara y con ello ver lastimada tu carrera que cual Buzz LightYear va hacia el infinito y más allá.
Lejos de Ti ser ambicioso y jugar con la buena fe de los ciudadanos con la que has medrado para crear este personaje ávido de poder y de dinero… Tú, por el bien del prójimo, te quitas la camisa por el que tiene frío y te quitas el pan de la boca por el que tiene hambre, no como dicen los difamadores, que tu mayor riqueza es la pobreza de la gente, que te permite navegar con bandera de benefactor cuando todo indica que el único beneficiario has sido Tú y a los que has señalado con tu índice poderoso.
Si Tú ibas manejando, y todo indica que sí, se te chisporroteó el volante de tus manos sembradoras del bien y nada más. Además de que todos sabíamos que quien conducía era tu ayudante porque Tú ibas meditando, como debe ser, en la inmortalidad del cangrejo y cómo llevar a tus tropas a manifestarse con ferocidad a alguna dependencia de gobierno donde pudieras sacar money y después invertirlo en lluvia de logros para ese pueblo pobre al que has servido sin ningún beneficio para Ti.
Perdónanos, Chárrez, señor del Mezquital, donde eres amado y todo se te perdona también.
Dejar que un joven muriera quemado seguramente para Ti no tiene importancia, porque todos los signos dicen que lo abandonaste a una muerte horrible que nos duele e indigna a todos pero más a su familia, padres y amigos. A ellos sí pídeles perdón porque tu proceder es detestable… a nosotros pídenos perdón porque no merecemos un personaje y supuesto servidor público que no tiene ni un poquito de los valores del verdadero servidor de los ciudadanos. Desde luego, para la mayoría, de terminar de comprobarse todo, dejaste de tener un cargo que en mala hora se te dio.
Entrega la responsabilidad que tienes, después cierra la puerta y vete a enfrentar lo que provocaste y no busques más víctimas para no responder por tu proceder.
Deja colgado en algún clavo de tu historia el disfraz de guía del pueblo y benefactor de los pobres, porque si todo sigue como se ve …se acabó. Aunque los diputados federales de nuestro estado hayan decidido ya, por lo que se ve en las fotografías, de qué lado están en una decisión que privilegia tu defensa y no de los ciudadanos, pudieron ser más prudentes y no enseñar el cobre tan torpemente.
Sólo hay que esperar a que las autoridades cumplan con su trabajo y que la verdad, por dura que sea, no deje de ser la verdad.