Con profunda tristeza nos enteramos del fallecimiento del lanzador jalisciense Enrique Castillo Tello, a los 80 años de edad.
Nacido en La Barca, Jalisco, el 6 de septiembre de 1938, fue una de las leyendas de los Tigres capitalinos y artífice de los campeonatos de 1965 y 1966.
El lanzador de la bola submarina se inició con los capitalinos en 1961 y en total jugó nueve campañas con el equipo de Bengala, siendo sus mejores años: 1965 con 8 victorias y 4 derrotas, y 1.91 en carreras limpias y un año después ganó 12 y perdió cinco con 3.43 en carreras limpias.
Conviene recordar que en aquella época no se le daba importancia a los juegos salvados, e incluso no se guarda una estadística de ellos.
Sin embargo, recuerdo que en mi niñezboía que lo llamaban del bullpen con la casa llena sin outs, y procedía a ponchar a los siguientes tres enemigos.
El heróico cuerpo de bomberos lo consideró miembro honorario, y lo recuerdo en una portada del diario de los deportistas, ataviado con uniforme de bombero. Por eso no es de extrañar que fuera uno de mis jugadores favoritos, y que me haya atrevido a pedir su autógrafo el día de la gorra.
Con la expansión emigró a Saltillo en 1970, y para sorpresa de todos fue convertido en pitcher abridor, con tan buenos resultados que eslabonó campañas de 14, 15 y 13 victorias.
Emigraría en 1973 a Torreón y culminaría su carrera en Córdoba y Nuevo Laredo en 1976 y 77.
En total obtuvo 131 victorias por 94 derrotas, con un buen 3.37 en carreras limpias en 17 temporadas en la Liga Mexicana.
Miembro del Salón de la Fama desde 2008, lo recuerdo en el juego de veteranos del último día del parque del Seguro Social.
Descanse en paz esta gloria del beisbol mexicano.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.