¿Por qué ganó Manuelovich?

Ya es martes y la clase política apenas va asumiendo la derrota que era la crónica de una muerte anunciada.

¿Por qué ganó Manuelovich? Causal primaria: la realidad social ha sido, por décadas, miserable y la administración federal, estatal y local, tan brutalmente precaria y corrupta, que la inconcreción de oportunidades sociales donde los que no tienen nada (que son más del 60% de los mexicanos), y los que tienen poco (más del 38% de los mexicanos), tenían nada o poco que perder, por lo que jugar a más de lo mismo nunca fue una opción.

Causal sustantiva: el discurso utilizado por los adversarios de AMLO saturó la idea de peligro social, es decir, pretendían convertir a Manuelovich en el enemigo, mientras que éste hablaba de un México donde todos caben. Esta estrategia sólo causó la reacción contraria en los ciudadanos, que vieron como víctima a AMLO y a sus adversarios políticos como victimarios, y en una cultura donde el patán, el opresor y el abusador son rechazados, tanto Anaya como Meade fueron descartados.

Causal trascendente: en ninguna de las propuestas existió una razón de peso para que el ciudadano pensara que se podía cambiar el país y la narrativa del peligro no funcionó, salvo la de Manuelovich, que no se cansó de hablar de honestidad y anticorrupción como las recetas básicas del progreso de México, cuestión nada ajena al ciudadano que desea que la corrupción se extinga porque, aunque no lo sepa con claridad, intuye que es la causa de todos los males del país.

Causal de lo conocido: Meade y Anaya, en términos estrictos, son más de lo mismo, pertenecen a partidos que han hecho gobierno, se sabe de sus alcances y de sus fracasos, por lo que aquí no funcionó en la psique colectiva aquello de “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, por lo que AMLO era una apuesta segura hacia la interrupción del continuismo político de fórmulas fracasadas.

Causal antisistema: nada tan cruento como perder el porvenir. La causal antisistema fue ampliamente corrosiva tanto para Meade como para Anaya, que representaban todo lo odiado y odioso de un sistema que no funciona, de un Estado fallido y fallado, de lo absurdo del nepotismo, el autoritarismo y el vasallaje ciudadano, condiciones que se sumaron a las eternas desesperanzas y maldiciones de corrupción, impunidad, y significativamente de la violencia que aterra a la población.

Causal de la inoperatividad y el olvido: si algo nos enseñó el tricolor es que sabía operar y que mantenía la operatividad política, atendía seccionales, comunidades, barrios, colonias y era un conductor social que en un sistema de recompensas podía enmendar el camino. Todo ello lo dejó de hacer y la factura del olvido se hizo presente.

Causal mediática y virtual: la elección cobró notoriedad mediática y virtual como nunca antes, pero el peso del enemigo y el amigo influyó decisivamente. Meade y Anaya, más que verse cercanos al ciudadano, trataron por todos los medios de hacer pasar a Manuelovich como el malo, mientras él utilizaba los medios y redes para verse como amigo, mártir y apóstol, llamando a la paz y a la concordia en un México donde todos tienen cabida, cuestión que lo hizo el amigo y el conocido de todos, mientras que Meade y Anaya eran los amigos del bullying político.

Causal catastrofista: nadie creyó en el monstruo que viene, nadie aceptó la hipótesis de la Venezuela a la mexicana, nadie creyó en el apocalipsis después del 1 de julio, todas ellas fueron estrategias utilizadas hace 12 años que saturaron y terminaron por diluirse.

Causal intelectual y empresarial: tanto intelectuales como empresarios terminaron admitiendo que Manuelovich no era un peligro para México, tuvieron encuentros en los cuales el pejelagarto dejó ver que era dócil, una hermana de la caridad y un alma de Dios, ideas que se refrendaron con la puesta en marcha del aeropuerto y la promesa de que se “acabaría la corrupción”, sustento que anhelan muchos intelectuales y empresarios.

Causal definitiva: México se caga de hambre ante tanta riqueza. Mientras la mayoría vive pobremente, la percepción social es que el país tiene riqueza para dar y repartir, desde la renta petrolera hasta la explotación agrícola-ganadera, minero-exportadora y comercial, sólo hace falta compartir con honestidad, cosa que nos recuerda que “el hambre es cabrona, pero quien la aguanta lo es más”, pero en México los cabrones son los que tienen riqueza, lo demás es un mito para el pueblo que, definitivamente, se cansó.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.