Conforme se acerca el día de la votación comienzan a verse caras preocupadas en los partidos de oposición en Hidalgo, pues las cuotas de votos que prometieron parecen cada vez más difíciles de lograr.
Por ejemplo, el Grupo Universidad ofertó a MORENA una cuota desbordante para lograr diputaciones federales y locales, así como senadores, pero resultó que a dos meses de campaña su única apuesta terminó siendo Lidia García Anaya, candidata a diputada federal por Pachuca.
Es así como, después de hacer promesas sobre un capital político equiparable a la estructura tricolor, resultó que solamente poseen mediana fuerza en la capital, que han trabajado desde hace años, y cabe resaltar que su presencia no es peligrosa para los partidos fuertes, sólo mediáticamente redituable para el diario oficial de “los pensantes”.
Su mayor bandera es ahora la resignación porque su fórmula al Senado resultó raquítica y sin carisma, las diputaciones federales son desangeladas y sin presencia, y las locales son insignificantes. La realidad de los pensantes es que no son nada de lo que prometieron.
Situación similar se vive en el PANAL y el PES, que después de sus grandes logros en 2016, en este proceso electoral ratifican la idea de que ganaron no por su capacidad sino por falla del PRI y su desgaste por viejas guerras internas.
El PANAL está intentando victimizar a sus aspirantes para ver si eso les brinda una imagen aceptable ante la ciudadanía o –con menos esperanzas- ganar espacios en la mesa, pero su capital se vio diezmado con la presencia de exlíderes magisteriales y el tema de reforma educativa.
Nueva Alianza ha demostrado que perdió el control sobre el gremio magisterial, ahora hasta los “profes” que se les fueron al PRI están haciendo mayores trabajos. La gente de Sinuhé Ramírez está a punto de verse reducida a un sindicato que tiene que cuidar más su dirigencia de un “golpe de Estado” que alguna curul.
Mientras tanto, el PES está a punto de su extinción; sin pies ni cabeza perdió la suerte que lo había acompañado y le regaló tantas presidencias, pues ahora tiene que sufrir la realidad de que sus victorias fueron gracias a las fallas priistas, nada más y nada menos.
El 1 de julio veremos quiénes ganaron en 2016 por trabajo y quiénes sólo tuvieron suerte de que los priistas tuvieron fricciones.
