Hace veintiocho años se creó el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), al cual pertenece México. Desde entonces, este espacio ha ido creciendo con la incorporación de más países de la cuenca del Pacífico, rodeada por naciones de Asia y del Océano Pacífico, región que no sólo es próspera sino que enfrenta nuevos desafíos.
Sus miembros aportan casi el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y el 50% del comercio, mientras que los países miembros del APEC continuarán siendo los principales centros económicos, comerciales y de negocios del mundo, con más de 150 acuerdos de libre comercio bilaterales y multilaterales.
El nacimiento del APEC se produjo en un mundo en mutación y hoy no es diferente el momento, donde surge la sombra del proteccionismo comercial que quiere frenar el libre comercio. Ahora le corresponde a Vietnam ser el anfitrión de la Cumbre del encuentro, que tiene el objetivo de trabajar con otros miembros para convertir este espacio de cooperación regional en un líder del desarrollo sostenible.
La Cumbre, inaugurada este viernes en Vietnam, ha tenido la particularidad de ser el escenario del enfrentamiento del proteccionismo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el libre comercio que defiende el presidente de China, XI Jinping, convertido en el líder de la defensa de la globalización y del libre comercio en el mundo.
Mientras Trump sigue denunciando el comercio desleal de muchos de sus socios comerciales y hablando del déficit comercial de su país, apostando por acuerdos bilaterales y cerrando las puertas de su país a la creación de zonas de libre comercio, Jinping insiste en abrir las fronteras al comercio. Trump ha repetido su discurso en la ONU y lo hará en Manila, donde asistirá a la reunión de los países del Sudeste Asiático (ASEAN), apostando por acuerdos bilaterales.
Recordemos que una de las primeras decisiones tomadas al llegar el magnate a la Casa Blanca fue sacar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), una zona de libre comercio creada en 2015 por 12 países de Asia-Pacífico, México entre ellos, precisamente para bloquear el aumento de la influencia de China en la región. Esto no sólo mostró su oposición al libre comercio sino su determinación a darle la espalda, lo cual dejó desorientados a todos los miembros del TPP y los han llevado a proponerse continuar sin Estados Unidos.
Como lo había hecho a principios de este año en el Foro Económica Mundial de Davos, Suiza, Jinping ha planteado que el comercio debe ser rediseñado para ser más abierto, más equilibrado, más equitativo y beneficioso para todos, por lo que invitó a todos los países a apoyar el libre comercio y a apostar por el regionalismo comercial, para permitir que los países en desarrollo se beneficien más del comercio internacional y de la inversión.
Por su parte, Trump ha dicho que defenderá primero los intereses estadounidenses, señalando que va a poner a su país en primer lugar, de la misma manera que esperaba que todos los líderes de las naciones participantes darían prioridad a sus propios intereses, algo que ha venido repitiendo en casi todos los foros internacionales donde ha participado.
Las declaraciones de Trump parecen dejar en claro que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) terminará en su disolución y la creación de dos acuerdos comerciales bilaterales con México y Estados Unidos; mientras que la salida de los estadounidenses del TPP deja huérfanos a los 11 países que quieren darle vida, pero también abre un espacio enorme para que China se afiance en la región y extienda su poderío.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.