Tomado del documento
“Tecnologías digitales al servicio de la calidad educativa (II).
Una propuesta de cambio centrada en el aprendizaje para todos”,
publicado por la UNESCO
La calidad de la educación es una aspiración de todos los sistemas educativos, en todos sus niveles, compartida además por el conjunto de la sociedad, que atribuye a la educación, a veces desproporcionadamente, la capacidad para resolver todos o la mayor parte de los problemas sociales.
La calidad educativa constituye también un concepto de gran diversidad de significados, en cuanto representa un juicio de valor respecto del tipo de formación que la sociedad ofrece a las personas, condicionado por factores ideológicos, culturales, históricos y políticos. Además, estos factores son dinámicos y cambiantes, por lo que la definición acerca de la calidad también mostrará variaciones en el tiempo y entre una sociedad y otra.
El pleno desarrollo de la personalidad humana es la principal finalidad que se le atribuye a la educación, tanto en los instrumentos de derechos humanos de carácter internacional como en la legislación de los diferentes países.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se expresa que la educación ha de tener por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favoreciendo la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos.
En el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales se agrega el desarrollo del sentido de dignidad y capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre. En la Convención sobre los Derechos del Niño se añade a esto la finalidad de inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural, de su identidad cultural, su idioma y sus valores, y el respeto de los valores nacionales y de otras civilizaciones.
Qué entendemos por calidad.
Cinco dimensiones.
En la discusión sobre la calidad educativa suelen enfrentarse dos aproximaciones, cada una con infinitos matices. Por un lado, los enfoques conductistas, instrumentales, focalizados en la medición del impacto, que entienden la calidad como un conjunto de indicadores mensurables, generalmente asociados a la aplicación de pruebas estandarizadas.
Desde la otra perspectiva, humanista, constructivista y focalizada en los procesos de aprendizaje, lo central es el desarrollo de capacidades en los educandos para que construyan significados y den sentido a lo que aprenden, con el docente como mediador de dicho proceso.
En esta segunda línea, los resultados son considerados como de largo plazo, asociados al desarrollo de personas integrales, sociedades más justas y equitativas, promoción de la autonomía y reducción de la pobreza.
En esta propuesta trataremos de considerar ambas perspectivas, entendiéndolas como distintas y complementarias. La primera permite evitar el sesgo generalista desde el que se hace difícil conocer y entender los indicadores de corto plazo; la segunda cuida el sesgo reduccionista de confundir el fenómeno con sus indicadores evidentes, perdiendo de vista las dimensiones subjetivas, relacionales y emocionales, que se manifiestan en el largo plazo.
Como una forma de superar la tensión entre los dos enfoques presentados antes, desde la comprensión de la educación en el marco de los derechos humanos, la UNESCO ha propuesto un enfoque que trabaja 5 dimensiones de la calidad: equidad, relevancia y pertinencia, eficacia y eficiencia.
Las primeras tres dimensiones describen lo esencial de todo esfuerzo educativo: las personas con las que se trabaja, los objetivos que se persiguen, y el mandato ético de que esos objetivos sean alcanzados por todos y todas. Las últimas dos dimensiones se relacionan más directamente con la forma de ejecutar las acciones de manera responsable para, por un lado, alcanzar las metas propuestas pudiendo dar cuenta de ello, y por otro, hacerlo haciendo uso apropiado de los recursos, siempre escasos y muchas veces públicos.
Relevancia.
La relevancia busca responder a la pregunta del ¿para qué? de la educación, las intenciones y propósitos, que condicionan el resto de las decisiones acerca del proceso educativo. Desde un enfoque de derechos, la finalidad última de la educación, como hemos señalado antes, es el desarrollo pleno de la personalidad y dignidad humana, por lo que es relevante cuando contribuye el desarrollo de las competencias necesarias para participar en las diferentes actividades de la sociedad, afrontar sus desafíos, acceder al empleo y el desarrollo profesional, y desarrollar un proyecto de vida en relación de respeto y colaboración con los otros.
La relevancia, como dimensión de la calidad, se relaciona con las finalidades y funciones que se le asignan a la educación, en tanto proyecto político y social, en un momento histórico y contextos dados, para entenderse como elemento de reproducción del conocimiento o de transformación de la sociedad, como homogeneizadora de las diferencias o respetuosa de la diversidad.
La selección de los aprendizajes más relevantes es la que, en sentido estricto, debiera hacer la definición curricular de cada país y sistema educativo. Qué contenidos, competencias, valores y actitudes se busca desarrollar y promover mediante la educación, es la pregunta clave desde el punto de vista de la relevancia. La calidad educativa, en esta dimensión, se relaciona con la manera y el grado de éxito en que docentes, escuelas y sistemas educativos se hacen cargo de responderla.
La relevancia de un sistema educativo, escuela o programa de aprendizaje depende de su currículo, cuya relevancia, valga la repetición, depende entonces de su conexión con aquello que los estudiantes, al terminar su ciclo educativo deben saber, conocer y estar preparados para hacer en la sociedad”.
(Continuará)
Por: Roberto Diez Gutiérrez
Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Maestro en Educación con especialidad en Comunicación. Maestro Humanidades con especialidad en Educación. Doctor en Humanidades con opción en Educación. Beca al Mérito Académico de la Secretaría de Educación Pública Federal. Fui corresponsal en el Estado de Hidalgo para Organización Radio Centro, Organización Impulsora de Radio y Cadena Radio Centro. Profesor en el Tecnológico de Monterrey (Querétaro e Hidalgo); en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Universidad INECUH de Tizayuca, Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID-Tula) y Universidad La Salle Pachuca. Rector de la Universidad Científica Latinoamericana de Hidalgo (UCLAH); Director General del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Hidalgo (CECyTEH); Director General de Educación Media Superior del Instituto Hidalguense de Educación Media Superior y Superior (IHEMSyS) y Director Técnico del Instituto de Crédito Educativo del Estado de Hidalgo y Secretario Técnico del Consejo Estatal de Población en Hidalgo. Director General de Proyectos y Programas de Apoyo a la Educación de la Secretaría de Educación Pública de Hidalgo. Presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Consejo Consultivo Ciudadano del Estado de Hidalgo. Colaborador en diversos medios impresos y electrónicos del Estado. Rector de la Universidad Tecnológica Minera de Zimapán (UTMZ). Ex Rector de las Universidades Tecnológicas Minera de Zimapán y Bilingüe de Mineral de la Reforma.