“Simplemente, considero que la política es la actuación pública de pasiones privadas. Incluyendo, sobre todo, acaso, la pasión amorosa. Pero las pasiones son formas arbitrarias de la conducta y la política es una disciplina.”
Carlos Fuentes, La Silla del Águila.
Esta semana el tema que ha cimbrado el escenario político es la demanda interpuesta por Montserrat Ortiz Segovia, funcionaria federal de la Delegación SEDESOL Hidalgo, encabezada por Onésimo Serrano González, en contra de un medio cibernético que publicó una denuncia ciudadana consistente en un video que mostraba la conversación entre los antes nombrados, dejando entrever una relación sentimental.
La novedad de dicha acción reside en el hecho de demandar a una Fan Page por sostener que alguien debe ser responsable de los comentarios vertidos. Dicho de forma ejemplificativa, es como si alguien denunciara espacios como Anonymous, Wikileaks, Las Aventuras de Carlos Salinas de Gortari, El Deforma o Memes Pachuca.
La tecnología ha avanzado a pasos agigantados, paralelamente los mayores receptores son los jóvenes, por tanto, este tipo de medios cibernéticos o páginas de ocio constituyen el reflejo social de un sector de la población pluricultural que cada día se aleja más de los temas políticos –habrá que revisar lo que se refiere al abstencionismo- y se acercan a la sátira política, lo que proyecta una percepción de corrupción en el sistema político mexicano.
A su vez, la sátira política es antiquísima, fijar la fecha de su creación conlleva un ejercicio minucioso de investigación, pero podemos retomar que en México las formas de comunicación se han acoplado a las necesidades culturales, como la caricatura política el Porfiriato, mientras que en los años de cerrazón priista se retomaron las imágenes como forma de verter opiniones diversas a las del partido “hegemónico”, y es Rius uno de los íconos en este tema.
Conforme pasó el tiempo las redes sociales canalizaron en los “memes” temas cotidianos generales, jugando un papel especial el tópico político ya que permite a la ciudadanía dar rienda suelta a la famosa picardía mexicana. No podemos pasar por alto que constituimos una sociedad que aprovecha la propia papeleta electoral para gestar bromas y reclamos a la clase gobernante.
Hidalgo forma parte de la geografía provinciana, lo cual podría explicar la falta de costumbre de la clase política por ser escudriñada a fondo y la paranoia por no poder poseer un control absoluto sobre las expresiones plurales ni poder contener los dichos sobre ellos.
Sin embargo, existen personajes que a pesar de haber sido “víctimas” de la libertad de opinión, no han procedido legalmente cuando su estatura política podría permitirlo.
Resalta Alma Carolina Viggiano Austria, que ante las críticas vertidas en su Fan Page sobre su trayectoria decidió responder por medio de una publicación de forma monumental, exponiendo razones en tenor de su criterio pero jamás reprochando la pluralidad de opinión. Pese a que en su caso existieron comentarios sumamente ofensivos, no observamos a una destacada abogada hidalguense demandando perfiles de Facebook ni llorando su amarga deshonra.
Aquí la lección viene para Montserrat Ortiz Segovia, que ha mostrado poco aplomo político; claro está que dista mucha de llegar a ser por lo menos un destello de cuadros como Carolina Viggiano, y esta es una opinión tan válida como la de cualquiera.
La denuncia de Ortiz Segovia por delitos cibernéticos, robo, difamación, calumnias y lo que resulte, combinada con sus declaraciones sobre violencia de género, contrario a ganarle una imagen de víctima ha puesto a contraluz ciertos mecanismos de ascensos que, precisamente, a través de las redes sociales muestran el disgusto de la población con ciertas costumbres evidentes en el medio político hidalguense.
Tampoco este es tema nuevo, de hecho cientos de obras literarias, cinematográficas y televisivas han sido basadas en la trascendencia de las relaciones personales en el ámbito político, siendo una forma más de corrupción punible.
Estoica tarea tiene la firma de abogados “Díaz”: limpiar el nombre de la directora de Comedores Comunitarios de la Delegación de SEDESOL, que entre pasillos es conocida por su falta de efectividad a lo largo de su trayectoria.
Es el padre del abogado principal quien podría utilizar sus influencias como funcionario de la PGR. Debemos recordar que en el haber José Francisco Díaz Arriaga penden diversos favores jurídicos a la clase política durante su trabajo como presidente del Tribunal Superior de Justicia en Hidalgo, cuyo retiro costó millones de pesos a los hidalguenses por “préstamos” obtenidos a semanas de su salida, una cuantiosa remuneración por su jubilación y la herencia de finanzas con ciertas irregularidades que fue precisamente Carolina Viggiano quien tuvo que llegar a ordenar.
Otro funcionario federal inmiscuido en las conductas poco ortodoxas del delegado federal de SEDESOL y la directora de Comedores Comunitarios es Ramón Ramírez Valtierra, de quien se espera con ansia su asistencia a declarar formalmente ante las autoridades jurídicas correspondientes, seguramente tendrá gran audiencia en medios.
Por su parte, Onésimo Serrano ha mostrado su enojo e indignación ante el personal de la Delegación de SEDESOL, por lo que califica como difamación, la pregunta es: ¿por qué no denuncia Serrano? Algunos opinan que es porque tiene mucho que esconder.
Sobre la legislación de redes sociales existen distintas posiciones, una de ellas fue la de Omar Fayad Meneses durante su desempeño como senador, que propuso establecer control sobre este apartado, a pesar de que en aquel entonces no fue apoyado.
Respecto al límite de las aseveraciones vertidas en redes sociales, sería un apartado delicado, pues por gente que vierte opiniones se han gestado movimientos sociales trascendentales como la Primavera Árabe, la denuncia de hechos violentos ocasionados por el narcotráfico en la geografía del país, o la simple sátira cotidiana en un país como México que ha sido calificado por Octavio Paz como repleto de contradicciones y risas provocadas por la burla ante cualquier escena, así sea la muerte, caricaturizada de forma emblemática por José Posadas Ocampo.
En un país en que los políticos son calificados como las personas que menor confianza inspiran, es ridículo salir a denunciar jurídicamente un perfil de ocio por dañar de forma permanente la reputación de una persona que es figura pública desde el momento en que coordina uno de los programas sociales más importantes en el estado. Ahora bien, su vida personal es tajantemente privada pero deja de serlo en el momento que trasciende la esfera pública con sinfín de consecuencias; si bien sus relaciones sentimentales confieren únicamente a su criterio, se vuelven de interés público cuando son cuestionadas por inmiscuir a funcionarios federales que arbitrariamente pueden dispensar cargos.
Esto se traduce en un tema muy simple: si una encargada federal de abrevar un importante índice de rezago social obtiene su encargo debido a sus afectos, aunado a la falta de resultados y objeciones por su desempeño, esto se traduce en corrupción, que es el tema central que debería ser investigado a fondo.
Recuerde, querido público lector: “A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César; a la corrupción, la denuncia… ciudadana y anónima”, o sea: no se callen.