Hoy y mañana se lleva a cabo la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los 20 (G20) en Hamburgo, Alemania. Sin embargo, la insurrección de Corea del Norte parece haber secuestrado la agenda planeada y podría conducir a un enfrentamiento entre Beijing y Washington.
Apenas en abril pasado, el presidente Xi Jinping se entrevistó con el presidente Donald Trump en Florida y todos esperaban que un acercamiento entre ambos líderes pudiera conducir a solucionar algunos de los problemas que enfrenta hoy la humanidad; no obstante, Corea del Norte y sus ensayos balísticos han tensado las relaciones, empujando a China hacia Rusia, aislada por los países occidentales desde la anexión de Crimea.
Al G20 pertenecen Argentina, Brasil y México por América Latina, junto con Australia, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, República de Corea, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea. Pero si bien desde la crisis iniciada en 2008 las cumbres han servido para acordar medidas globales para ponerle fin, problemas como la crisis migratoria, la guerra en Iraq y Siria, poco a poco han ido ganando en su agenda, ahora secuestrada por Corea del Norte.
Las pruebas nucleares y las últimas provocaciones de Pyongyang, materializadas el 4 de julio con el lanzamiento de su primer misil balístico intercontinental, no han hecho sino encender las alarmas en la Casa Blanca, que parece dispuesta a poner fin a la rebeldía de Corea del Norte.
Para garantizar la seguridad de los asistentes a la Cumbre, el gobierno alemán estableció una zona de prohibición de manifestaciones de 38 kilómetros cuadrados, alrededor del centro de exposiciones donde 100 mil manifestantes han expresado su rechazo al G20 bajo el lema: “Bienvenidos al infierno”.
Los mandatarios que asisten a la Cumbre del G20 representan el 64 del total de gobernantes del mundo; para cuidarlos se han movilizado 15 mil policías, 4 mil agentes, 3 mil vehículos, 62 caballos policía, 11 helicópteros, 153 perros policía y 200 expertos en comunicaciones.
Este evento tuvo como antecedente la Cumbre del Grupo de los 7 (G7) países más ricos del planeta, efectuada en Italia en mayo pasado, que sirvió de marco para la primera gira internacional de Donald Trump y su primer encuentro con la alta sociedad, a la cual decepcionó por sus posiciones respecto al comercio y al calentamiento global, sacando una semana después a su país de los Acuerdos de París sobre el cambio climático.
Al margen de la agenda prevista para la Cumbre, las reuniones bilaterales marcarán la pauta, entre ellas está la de Enrique Peña Nieto con Trump, que posiblemente se diluya ante la importancia de los encuentros del presidente de Estados Unidos con sus homólogos de Rusia y China para tratar el tema de Corea del Norte y la guerra en Siria.
Los asesores del presidente de Estados Unidos han preparado durante meses las reuniones bilaterales para este viernes. Trump se reunirá con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, diálogo vital para poner orden no sólo en la guerra en Siria y en la lucha contra el Estado Islámico, sino para intentar controlar a Corea del Norte, que parece estar decidida a desafiar al planeta entero.
Probablemente, la reunión entre ambos mandatarios no sólo sirva para pacificar el Medio Oriente y meter en cintura a Corea del Norte, para lo cual necesitan de China, sino también para terminar con la tensión a la ambigüedad de las relaciones entre los dos países a raíz de la anexión de Crimea por parte de Rusia y las sanciones impuestas por los países occidentales al Kremlin.
Lejos de lo que se esperaba con la llegada de Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos fortaleció las sanciones contra Moscú por su papel en la crisis de Ucrania y por lanzar un ataque de castigo contra el ejército sirio, que apoya Rusia, después de un presunto ataque a la población civil con armas químicas en abril pasado, por lo que las relaciones parecen más bien tensas hoy día, mientras China y Rusia estrechan sus lazos de colaboración.
Aunque no se saben los temas del encuentro bilateral Trump-Putin, lo cierto es que son muchas las preocupaciones de Rusia que estarán sobre la mesa, no sólo la guerra en Siria, sino el papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en las fronteras con Rusia y los sistemas de defensa antimisiles recientemente instalados en Corea del Norte, cuyos radares pueden escanear amplias zonas de los territorios de China e incluso de Rusia.
Por lo pronto, el discurso de Trump del jueves en Polonia fue muy europeísta y defendió a la OTAN, a la cual criticaba apenas hace unos meses, pero se abstuvo de hablar sobre Rusia. Por lo pronto, Estados Unidos expresó su interés en el trabajo con Rusia para establecer mecanismos conjuntos de trabajo en Siria, incluyendo las zonas de exclusión aérea.
Lo mejor que podría pasar ahora es que las grandes potencias lleguen a acuerdos para trabajar juntas por la paz y el progreso de la humanidad. Por supuesto, eso parece imposible de lograr, pero la crispación de las contradicciones y la falta de otra alternativa que no sea el enfrentamiento militar, puede hacer ahora posible llegar al entendimiento y al fin de los conflictos actuales, a menos que a las tres potencias les interese vender y probar nuevas armas en una guerra en Corea.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
