Nunca antes China tuvo mejor coyuntura para fortalecer su liderazgo internacional y su rol en el mundo. No sólo se trata del declive del país que hasta hace unos años era el centro del mundo capitalista, el país con la deuda externa más grande del mundo y cuyo principal acreedor es China, sino de la llegada al poder del presidente Donald Trump, quien no cree en el libre comercio ni en los beneficios de la globalización, culpándolos de la pérdida de millones de empleos y de su deterioro económico.
Gracias a ello, China no sólo ha asumido el liderazgo en la defensa del libre comercio en el mundo, sino también se ha convertido en líder en la lucha contra el calentamiento global y el segundo inversionista mundial. Sus inversiones en el planeta crecieron en más de 43% en 2016, unos 183 millones de dólares, detrás de Estados Unidos, según el último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Pero China también se ha convertido en el tercer destino de los capitales de los inversionistas extranjeros, sólo detrás de Estados Unidos y el Reino Unido. Aunque esas posiciones pueden cambiar de un momento a otro, debido a que después de alentar a sus empresas a invertir en todos los sectores en el mundo, a fin de asegurar nuevos mercados, tecnologías y suministros de materias primas, ahora el gobierno chino busca frenar la fuga de capitales que ha promovido la especulación financiera de las calificadoras de riesgo de Wall Street.
Sin embargo, después de la Conferencia sobre el Nuevo Camino de la Seda, realizada el mes pasado, donde el gobierno chino anunció las inversiones millonarias en infraestructura para la integración regional en Asia, Europa y África (ratificando así la defensa del libre comercio), ahora el país que es el primer contaminador del planeta ha decidido luchar junto a los más de 193 países que han ratificado los Acuerdo de París para frenar el calentamiento global.
Recordemos que la Tierra vivió en 2016 momentos de esperanza cuando China y Estados Unidos, los dos más grandes contaminadores del mundo, ratificaron los Acuerdo de París sobre el clima en el marco de la Cumbre del Grupo de los 20 (G20) en Hangzhou, en el este de China; lamentablemente, sólo hicieron falta ocho meses para ver cómo Estados Unidos anunciaba su salida de los Acuerdos de París con la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Lo extraordinario ha sido ver cómo el gobierno de China, inmediatamente después del rechazo de Estados Unidos a los acuerdos, anunció, al igual que la Unión Europea, que no seguiría los pasos de Trump y se comprometía a defender los Acuerdos de París junto al resto de los países que los habían ratificado.
No hay mejor coyuntura para que China fortalezca su liderazgo internacional y su rol en el mundo en la geopolítica actual. China, el principal productor, importador y consumidor mundial de carbón, que año tras año padece los efectos de la contaminación en la atmósfera de Beijing y del calentamiento global en su territorio, ha decidido acelerar el cambio en la transición energética, invirtiendo millones de dólares en energías verdes, luchando en contra de la contaminación y el calentamiento global, para alcanzar sus metas en 2020 y 2030.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.