Donald Trump ha demostrado que no va a gastar sus fuerzas en discusiones multilaterales y le importa poco lo que pase en el mundo, pues está decidido a materializar su compromiso frente a sus electores de que Estados Unidos son primero.
Hoy a nadie le importa que la crisis actual que enfrenta el mundo capitalista inició en 2008 en Estados Unidos; menos aún que el eslabón más débil del capitalismo, Grecia, se está ahogando en medio de las políticas de ajuste implementadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de ayuda financiera, pero quizá le importe menos el incremento de la desigualdad que ha promovido la globalización y el libre comercio, del cual no es partidario.
Trump no ha tocado el tema de las contribuciones al FMI, pero quizá no tarde en hacerlo y poner límites a la participación de Estados Unidos. Por ahora, la directora general, Christine Lagarde, ha dado su aprobación a un nuevo paquete de ayuda a Grecia por 86 mil millones de euros. Grecia se muere y aunque tiene en el gobierno a un partido de izquierda, Syriza, los ciudadanos han perdido ya toda esperanza y sólo desean recibir una parte más del apoyo financiero, entre 9 a 10 mil millones de euros, no para ellos sino para pagar los préstamos otorgados por los acreedores.
Quizá el magnate estadounidense no sea el clásico presidente que todos esperaban para gobernar el país más poderoso del mundo, pero sin duda es un hombre creado por la coyuntura actual de la historia de la humanidad, alguien que está cuestionando el funcionamiento de la gobernanza del planeta y la manera de hacer negocios, que cuestiona el libre comercio y la globalización, que ha interpretado los sentimientos de la mayoría de los estadounidenses que lo llevaron al poder.
En este orden de cosas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) inició un foro titulado “Superar las divisiones”, a través del cual pretende iniciar la lucha contra la desigualdad en todas sus formas, con el fin de salirle al paso a los movimientos populistas y las tentaciones proteccionistas, esto es, a personajes como Trump.
Precisamente, las desigualdades provocadas por la globalización, centro de las discusiones del Foro, han sido las armas de batalla de Trump, quien no quiere saber nada de libre comercio, de multilateralismo y de globalización, siempre que no favorezcan los intereses de Estados Unidos. La preocupación de los más de tres mil participantes en ese Foro es que si no se solucionan las desigualdades, éstas pueden provocar el auge de los movimientos populistas y terminar con el libre comercio, propiciar el surgimiento de personajes como Adolfo Hitler.
El mexicano Ángel Gurria Treviño, secretario general de la OCDE, señaló que en una generación la desigualdad aumentó en 40% y que hoy el 10% de los más ricos controla el 89% de los activos globales, e incluso el más privilegiado 1% tiene la mitad de esos activos. Uno se pregunta si este tipo de temas puede ser del interés del presidente de Estados Unidos, quien ve en el libre comercio y la globalización las causas del incremento de la desigualdad en su país.
Seguramente Trump seguirá dando sorpresas y no sólo anunciará la reducción de las contribuciones a la ONU, por ejemplo, sino la salida de Estados Unidos de aquellos organismos que no le reditúen nada o no sirvan a sus intereses, basando sus políticas en un pragmatismo utilitario y ventajoso, en menoscabo del resto del mundo.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
