Ser y Devenir 40

¿Qué haces con esos mugrosos? No les digas así, hermano. Son unos malditos indigentes. Son niños de la calle como yo. ¡Tú no eres un niño de la calle! Ahora lo soy.

Una característica de la modernidad es la concepción del ser humano como un sujeto en un mundo de objetos, un observador del mundo que está conociéndolo todo el tiempo. Parece que esta caracterización tiene sentido pero, ¿realmente esa es nuestra única relación con el mundo? ¿Esta es nuestra característica como humanos? Si estamos pensando en nuestros momentos de reflexión, efectivamente así sucede, no obstante, ese no es nuestro modo de ser característico.

—Por ejemplo —me dice Heidegger—, cuando alguien maneja un vehículo. ¿Cuántas veces pisa el acelerador o el freno durante el trayecto? ¿Para pisar uno de los pedales hay que pensar en éste? Tal vez si el pedal o sistema de aceleración o frenado no funcione con regularidad, pero no tenemos conciencia intencional de éste a menos que tengamos un problema en su aplicación.

Nos relacionamos con los objetos no sólo desde la posición de sujetos conocedores del mundo, es decir, no somos únicamente sujetos observadores del mundo como si no fuéramos parte de éste o como si estuviéramos literalmente separados de él. Desde que nacemos ya comenzamos a interactuar con el mundo, ya lidiamos con el mundo y empezamos a manipular utensilios, herramientas y dispositivos como una relación con los objetos más allá de verlos como objetos de reflexión, sino más bien como extensiones de nuestras prácticas sociales. Por eso no tiene sentido contar las veces que uno pisa el acelerador o freno durante un trayecto, porque dicho objeto se vuelve transparente para la conciencia, así como se vuelve transparente el lápiz cuando escribes o los pies cuando caminas. A menos que haya un problema relacionado directamente con dicha acción, e.g., si se rompe la punta o tener un pie lastimado. ¿Cuándo acaecen estos momentos de reflexión, es decir, cuándo parece que la relación sujeto-objeto tiene sentido? Como dijimos, cuando surge un problema. Si al vehículo se le descomponen los frenos o el chicote del acelerador, entonces observamos con detenimiento dicho objeto y analizamos sus características o propiedades como parte de un mecanismo o sistema. Una función que ha sido alterada o interrumpida y que por ello observamos el objeto en cuestión con detenimiento y reflexionamos sobre sus posibles soluciones. En el caso del lápiz, éste se vuelve transparente mientras escribimos, pero si se rompe la punta comenzamos a analizar la naturaleza del problema y a trabajar en sus posibles resoluciones, momentos en que el lápiz, efectivamente, se vuelve un objeto de reflexión.

—Sólo cuando nos duele la muela pensamos en ésta.

Quien padece gota entiende muy bien la diferencia entre no-estar-a-la-mano y estar-a-la-mano. La diferencia entre la conciencia intencional de los objetos y cuando los objetos se vuelven transparentes en nuestra conciencia. La relación sujeto-objeto no es nuestro modo de ser característico, como pensaban los filósofos modernos, pues no todo el tiempo estamos en dicho estado de reflexión. Incluso al filosofar, utilizamos las palabras de manera transparente, pero hay situaciones donde un concepto nos hace ruido y disentimos su caracterización, entonces surge una discusión al respecto. En dicha instancia es cuando las palabras se vuelven objetos de reflexión y análisis; pero no todo el tiempo nos relacionamos con el mundo de esa manera.

Ni la vida misma es un objeto de reflexión todo el tiempo. Somos el único ser que se pregunta por el ser. ¿Por qué la existencia es un problema? Porque para el ser humano su existencia ha dejado de ser transparente (aunque esto no le sucede todo el tiempo).

—Estás en tu casa —me dice Samantha y sonrío agradecido por su alma. Me ha dado alojamiento en el campamento de su banda, el sótano del abandonado y descuidado Monumento a La Raza.

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".