¿Qué es la esencia? Tú eres la esencia. ¿Yo? Sí, tú. ¿Por qué? ¿Y aún lo preguntas?
Un pequeño cubículo en la biblioteca, mi primera oficina. Aquí leo todos los libros que quiero mientras ordeno las cuentas de Los Quetzales, dinero y valores en especie, como cigarros, coca y marihuana; alcohol, piedra y armas, sobre todo protección, entre otros intercambios comerciales. Hasta el momento los negocios marchan sin ningún problema.
La Idea es la esencia, dice Platón.
La Forma es la esencia, dice Aristóteles.
¿A qué le llamamos esencia? ¿Cuál es el significado de la palabra ‘esencia’? ¿Cuál es la esencia de la palabra ‘esencia’? ¿Y por qué hablamos de esencias? ¿Por qué esta recurrencia a la esencia? ¿Acaso no nos podemos mover en el mundo sin definirla? ¿La necesitamos a fuerza? En todo caso, qué significa eso de la esencia, es decir, a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de esencia. Pienso en los sujetos y, ¿hay esencia en las personas? ¿Cuál es la esencia de una persona? Aquello que no cambia, lo que permanece en ella, lo inmutable de su ser. ¿Pero qué es aquello que no cambia? Pienso en Heráclito y no me habla.
—El jefe quiere verte —me dice El Chez mientras reflexiono sobre el concepto de esencia.
—Dile que voy en un momento.
—No te tardes —dice únicamente y sale.
Hablamos de esencias como si la palabra ‘esencia’ ya estuviera caracterizada de una vez y para siempre. Pero viene el giro lingüístico, en vez de preguntar qué es la esencia, qué significa la palabra ‘esencia’. ¿Cuál es el concepto de esencia en un contexto determinado. En un contexto concreto.
Miro el librero, los libros, un libro. ¿Qué es un libro? La interiorización emocional del texto. ¿Cuál es su significado? La sensibilidad de la interpretación. Wittgenstein dice, en su libro azul, que no todo conocimiento puede caracterizarse lingüísticamente. Tiene razón. Es imposible atrapar el significado de un libro con palabras. Hay que leerlo, sentirlo y reflexionarlo. Reflexionarlo todo.
Usamos la palabra ‘esencia’ de distintos modos, e.g., “Tú eres la esencia de mi vida”, “La esencia del fútbol es el gol”, “La esencia de la esencia es la esencia absoluta”. Tenemos, aquí pues, tres diferentes significados de la palabra ‘esencia’. ¿Por qué son diferentes? Porque varían los criterios para determinar su valor de verdad. Se distinguen en el uso de la palabra ‘esencia’. Sin embargo, el lenguaje nos engaña y, bajo la mera apariencia del signo, interpretamos todos los usos de ‘esencia’ de una misma manera, la que creemos es la esencial. ¿La palabra ‘esencia’ tiene esencia? Sí, pero no en términos absolutos.
¿Y cuál es el problema por esta recurrencia a la esencia? Porque si consideramos que un concepto tiene esencia, y que ésta la acompaña en todos sus usos lingüísticos, omitiremos cualquier otro punto de vista sobre el concepto. La intolerancia, en todos sus sentidos, comienza con éste germen de esencialidad veritativa.
—¡Qué ya vengas, ordena el jefe! —grita el Chez desde el exterior de la biblioteca.
—Voy.
Si creemos que podemos encontrar la esencia, sea la Idea platónica o la Forma aristotélica, de cualquier concepto, entonces ésta puede atrapada en una definición. La justicia es P, entonces, “La justicia es P”, es una verdad absoluta. ¿Lo es? ¿Entonces cuál de ambas posturas metafísicas es la verdadera? No pueden ser ambas, ¿o sí? Ambos metafísicos, empero, dónde reside la verdad absoluta, ¿en las Ideas o en las Formas?
La metafísica, hasta Hegel, mantiene la teoría de los dos mundos como la plataforma absoluta para encontrar la verdad. La apoteosis del idealismo, el espíritu absoluto.
—¡Sorpresa! —me gritan todos cuando entro al comedor
¡Estas son las mañanitas que cantaba el rey David
a los muchachos pendejos se las cantamos así!
Sí, hoy 8 de enero es mi cumpleaños y todos en el reformatorio me están festejando.
—¿Cuántos años cumples, cabrón? —me pregunta El Chak, diecisiete años, sentenciado por narcotráfico y líder absoluto de todos los presidarios.
—Diez.
—Pues felicidades, hijo de la chingada.
—Gracias.
Continúa 22
Por: Serner Mexica
Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".