Alma Santillán
Desde las 9 de la mañana de este domingo comenzaron a concentrarse en la explanada de la plaza Juárez de Pachuca los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, líder del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
A diferencia de hace un par de semanas, cuando en este mismo sitio se celebró un aniversario de Antorcha Campesina, donde varios días antes se montó un impresionante domo para proteger a los afiliados y a los líderes de la organización campesina, en esta ocasión dos lonas enormes sostenidas por tubos de metal se dispusieron con alrededor de 3 mil sillas.
La convocatoria fue obra de los enlaces de Morena en Hidalgo y los municipios, grupos pequeños de muchos de ellos eran nombrados conforme pasaban los minutos hasta las 11 de la mañana, hora en que estaba programada la llegada del político tabasqueño.
En la plaza había vendedores de tamales, nieves, fruta, agua de sabor, pero también mercancía oficial de Morena y de López Obrador: chamarras de 400 pesos, chalecos de 260, tazas, libros, banderines, sombrillas.
Se dijo que cada uno de los asistentes iría por voluntad propia, no por acarreo, con el incentivo de una torta y un frutsi; y al parecer así fue, pues uno conoce bien el fenómeno que muchos políticos de todos los niveles utilizan para llenar espacios públicos, los delatan aquellos que, transportados desde su municipio, mientras sucede el evento se pasean por la calle de Guerrero y comen un paste mientras caminan atendiendo los comercios pero no los discursos de sus “líderes”. Aquí no, todos llegaron y ocuparon su lugar, sentados, algunos de pie; mujeres, hombres, jóvenes, muchos jóvenes, niños, ancianos, gente de pueblo.
Todas las sillas fueron ocupadas, había personas de pie alrededor, apenas para cobijarse del sol que hoy en Pachuca castigaba a las pieles que no se cubrieron y ya se tostaban y ya sudaban. ¿Eso quiere decir que entre 3 mil y 4 mil hidalguenses se reunieron hoy en la plaza Juárez? Sí. Al centro una valla que conducía al templete donde se reunieron representantes de Morena en el país, el estado y algunos municipios, pero también miembros de la sociedad civil, empresarios y uno que otro político que por su filiación partidista se llevó una rechifla. Todos ellos firmarían simbólicamente el Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y Renacimiento de México.
Cuando dieron las 11:30 se anunció que Andrés Manuel estaba arribando a la plaza, los banderines, banderas y mantas con consignas contra Enrique Peña Nieto, su gobierno y sus reformas se levantaron en todo lo alto. De fondo la canción de Morena, al lado aplausos y apretujones para acercarse lo más posible al tabasqueño.
Varios fueron quienes en ese camino pudieron sacarse la foto o tener la firma de AMLO en libros sobre él mismo.
Al cerrarse la valla, y cuando cada quien tomó su sitio en el escenario, lo mismo hicieron los simpatizantes y todos guardaron silencio, bajaron sus banderines, mantas y sombrillas para no obstruir la vista ni distraer la atención de los discursos que estaban por iniciar. Respeto por quienes estaban ahí, eso.
De vez en vez saltaban voces iniciando porras como “Andrés, amigo, Hidalgo está contigo”, “Es un honor estar con Obrador”, o simplemente “Obrador, Obrador”.
Se pidió hacer un minuto de silencio por los dos jóvenes que murieron en la región de Ixmiquilpan durante las protestas por el gasolinazo, en enero pasado. Fue tan profundo ese silencio, que solamente se escuchaban las hélices de un dron que volaba sobre la gente y captó cada segundo del evento. Terminado esto, un aplauso en memoria de los caídos y la exigencia de justicia.
Fueron nombrados, e invitados a firmar el documento, todos los que esperaban en el escenario. En general, la respuesta de la gente era positiva, pero quienes se llevaron las rechiflas del día fueron Christian Pulido Roldán, exdiputado local del Verde Ecologista y expresidente estatal de Movimiento Ciudadano, que se vio claramente superado en antipatía por el ahora independiente, antes perredista, Luciano Cornejo, “traidor” que le llamaron.
Al tomar el micrófono, Andrés Manuel pidió unidad, dejar de lado diferencias de partido, y hasta de ideología de antaño, por un solo proyecto: salvar a México. Hizo hincapié en no pelear entre todos, sino hallar coincidencias y, en absoluto respeto del color y preferencia partidista que cada quien profese, trabajar para hacer de éste un país más justo y próspero.
No mentir, no robar, no traicionar, son los principios de Morena, dijo el político que va que vuela para la elección presidencial de 2018, su tercera batalla, muchos esperan que sea la buena.
Explicó claramente por qué la tan famosa “mafia del poder” sigue oprimiendo al pueblo, castigándola con recortes de presupuesto y aumentos, como a la gasolina, que derivan de una sola cuestión: la ambición. Corrupción, la culpable de que los mexicanos, los millones de pobres, sigan pobres, “porque dinero hay”, aseguró.
Abundó en el tema de los gasolinazos, la venta de crudo al extranjero y la importación de gasolinas, razón para que éstas sean mucho más caras que en otros países, como Estados Unidos y hasta Guatemala: un asistente lo confirmó: “Yo vengo de Guatemala y allá cuesta 11 pesos”.
En el terreno político, López Obrador mencionó a aquellos políticos que, estando a cargo de dependencias federales, se encargan de operar en favor del tricolor, y ahora con la elección que ha concentrado la atención en el Estado de México, el gabinete se ha puesto a chambear entregando dádivas, pulseras, casas, actas de nacimiento, certificados de salud, lo que sea.
Josefina Vázquez Mota, José Narro, Aurelio Nuño, Miguel Osorio, Rosario Robles, y hasta Omar Fayad fueron mencionados por Obrador, y la rechifla a cada uno de ellos fue cortesía de la gente.
El tabasqueño pidió no generalizar, ya que muchos dicen “todos los políticos son iguales”, pero recordó que los diputados de Morena fueron los únicos que votaron en contra del gasolinazo; y reiteró aquello de “a mí podrán llamarme Peje, pero no lagarto”. Risas.
Andrés Manuel explicó cuál es su proyecto de nación, entre algunas acciones destacó la entrega de becas a jóvenes para que terminen sus estudios y capacitación a quienes los han terminado pero no encuentran trabajo. Hizo cuentas, con montos millonarios que se roban desde arriba, y de manera clara lo ejemplificó.
Respondió a aquellos que aseguran que no es viable lo que propone, e insistió que sí se puede, que sí alcanza el dinero, pero claro, para ello debe terminarse la corrupción, y es lo que hará en cuanto el movimiento triunfe. Prometió pensiones dignas y universales para adultos mayores, apoyo al campo, a los jóvenes, para terminar de raíz con la delincuencia.
Pasaba de la 1 de la tarde y López Obrador seguía con su explicación, siempre claro; “ya me extendí pero quiero comentarles bien todo”.
Habló de la pelea a la que desde el gobierno federal quieren meterlo con el Ejército, y subrayó lo que ya ha dicho en otros puntos del país: “el Ejército es pueblo uniformado, y no voy a poner a pelear al pueblo con el pueblo”, de ahí su rechazo a utilizar a las fuerzas armadas contra la gente. Reprobó la represión que ha habido en varias entidades y aseguró que al llegar a la presidencia, no será su modo de actuar. Para ellos, militares, marinos, cuerpos policiacos, también comprometió darles un mejor salario.
A la 1:30 de la tarde terminó el discurso del líder de Morena, pero dijo que “nos seguiremos encontrando, voy a seguir recorriendo el país”, y llamó a todos a invitar y comentar sobre su proyecto a amigos, familiares, conocidos.
Fue el momento de entonar el Himno Nacional, los miles de asistentes respetuosamente lo cantaron, y entonces sí: cada quien para su casa.