Alma Santillán
Miedo, cinco letras que paralizan el alma y el cuerpo; un sentimiento que, si eres mujer, te habrá cruzado por la piel al salir de noche, s o l a, y que si eres hombre, te parezca un extremo al que pocas veces se llega en la realidad.
En Los perros, Elena Garro plasmó la pobreza, la lucha de poderes y la opresión de la que es víctima la mujer en un contexto netamente masculino. Poco ha cambiado de esto 1965 a la fecha.
La puesta en escena, que se ha montado este viernes y sábado en el teatro Guillermo Romo de Vivar, presenta a Manuela y Úrsula, madre e hija que compartirán un destino marcado por la impotencia, la rabia, la tristeza de saberse hundidas en un mundo de hombres, a expensas de instintos que a sus 12 años de edad la primera sufrió entonces y lo hace permanentemente, y la segunda simplemente no entiende.
Los hechos se ubican en un entorno rural, del México que no ha quedado en el pasado; sin embargo, en el México urbano del siglo veintiuno siguen siendo latentes. Un secuestro, una violación, que me puede pasar a mí, a ti, a quien sea, por el simple y llano hecho de nacer mujer.
Porque el sexo deja de ser una cuestión de placer para ser mero poder.
Miedo a estar solas, a salir solas, a pensar solas, a vivir solas, a morir solas. Porque sola puede pasarte lo inimaginable; acompañada te pones en manos de alguien que sí tiene con qué defenderte.
Es triste que en el imaginario colectivo mexicano la agresión contra una mujer, o cientos, o miles, siga siendo consecuencia de su “imprudencia”, su “inconsciencia”, su “falta de precaución”, su “ingenua aspiración” y hasta “atrevimiento” por querer vivir en un país que no te coloque como víctima fácil por no haber nacido hombre.
LOS PERROS
Sábado 8 de abril, 19 horas
Teatro Guillermo Romo de Vivar
ENTRADA LIBRE