El martes, Wikileaks lanzó una bomba en los medios de comunicación: cerca de 9 mil documentos relacionados con las Ciberarmas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), llamados “Vault 7”, los cuales ponen al descubierto que existen mil herramientas para espiar a ciudadanos, empresas y gobiernos, para entrar en los teléfonos inteligentes, televisores conectados a la web o coches inteligentes; todo a nombre de la democracia y en la lucha contra el terrorismo.
Nos habíamos familiarizado con los virus, con los troyanos, con gusanos y demás fauna del ciberespacio, pensando que quizá estuvieran las propias empresas de informática detrás de ellos, interesadas en vender más computadoras, sistemas operativos o antivirus, pero nadie suponía que detrás de esto estuvieran la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (NSA) u otras corporaciones de otros países dedicadas al espionaje.
A mediados de 2013, Edward Snowden revolucionó la vida de millones de ciudadanos del planeta, al confesar lo que todos sabíamos: Estados Unidos estaba controlando lo que decimos y escribimos en la web o en teléfonos celulares. Snowden tuvo la valentía de oponerse a lo que consideró que no era ético en este mundo global, en el cual las comunicaciones han acercado pueblos, comunidades y ciudadanos, rompiendo las barreras culturales y lingüísticas, provocando una segunda revolución industrial.
En ese entonces, Snowden confesó: “Hace poco más de un mes tenía una familia, un hogar que era el paraíso y vivía con mucho confort, tenía la capacidad de buscar, tener acceso y leer sin tener ninguna orden. Podía tener acceso a las comunicaciones de cualquier persona en cualquier momento, ese es el poder para cambiar el destino de las personas”.
La CIA y la NSA han utilizado al menos mil programas, malware (software maliciosos), troyanos, gusanos y otros virus informáticos para espiar al mundo. De acuerdo con los análisis publicados, los software espías están destinados a ser usados contra objetivos definidos, es decir, contra políticos, empresas y grupos terrorismo.
Se dice que Wikileaks sólo ha publicado el 1% de los documentos recogidos y muchos detalles de los objetivos que se han espiado hasta ahora podría ser dados a conocer en los próximos meses. Pero mientras tanto, los sistemas operativos Android y iOS, los cuales funcionan en casi el 100% de los teléfonos inteligentes, las Smart TV de Samsung, Sony o de otras empresas, se han vuelto en los caballos de Troya utilizados por la CIA para espiar.
Parece no haber barreras para la CIA y el espionaje cibernético. Ni siquiera los chinos se han escapado, ya que desde 2009 un agente de la CIA en aquél país trabajó con sus colegas de habla inglesa para poner a punto sus sistemas de espionaje, con lo cual pudieron penetrar a WhatsApp, Signal, Telegram y otras aplicaciones de mensajería.
Lo lamentable en nuestro país, es que debido a la falta de capacidad para auditar los equipos donados por Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida, se hayan instalado equipos de audio, vídeo y trasmisión de datos en numerosas oficinas del gobierno federal. Esto es, computadoras de escritorio y portátiles, pantallas de televisores inteligentes, equipos de intersección de correos electrónicos y teléfonos celulares, cámaras de video y polígrafos que fueron donados y se pusieron en operación sin ninguna revisión previa, los cuales siguen funcionando hoy día.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.