Nada tan sentido como la “Krystal night”, cuando el ascenso del nazismo marcó la persecución judía.
Toda una psicosis ha causado en México y en los mexicanos ilegales en Estados Unidos la victoria de Donald Trump. Las conversaciones trascienden al plano de lo racional y pasan al plano de la especulación; en definitiva Trump ha causado estragos, sin que hasta ahora haya evidencias probatorias de lo que habrá de implicar su administración.
El terror lo genera, en primer lugar, la amenaza de campaña de que expulsaría a 3 millones de indocumentados, cuestión que ha puesto a temblar al más pintado, al grado de que hasta los hijos de indocumentados o parientes de los mismos se encuentran experimentando miedo o depresión, lo cual es desgarrador.
Hasta ahora, Trump se ha portado mesurado y tibio, pero como las cosas no cambian, es lógico que habrá de retomar su conducta usual una vez que sea investido como presidente, cuestión que ha sido prevista y estimada desde psicólogos hasta politólogos, por lo que esperemos la infausta “Krystal night”.
Pero, ¿cuáles son los motivos de este recrudecimiento social en Estados Unidos? Sabemos que el “sueño americano” murió hace décadas, que Estados Unidos no es la tierra de las oportunidades y que la migración ilegal se aprieta el cinturón y la garganta para poder enviar dólares a sus familias, todo ello a costa de un sacrificio inenarrable.
Estas dos variables generan incertidumbre de los norteamericanos, quienes culpabilizan a la migración ilegal, se sienten afectados porque pagan impuestos y se victimizan ante la “aparente competencia” de los migrantes, por lo que el ascenso de la xenofobia y el racismo se han vuelto parte del discurso del odio.
El discurso y los escenarios de odio deben preocuparnos, pero deberían alertar a Naciones Unidas, quien debe marcar la primera postura, secundada, desde luego, por los organismos defensores de derechos humanos, para que no tengamos ni la Krystal night, ni campos de concentración.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.