“¡Que viva la transformación!… pero sólo para los de arriba”
Mientras el discurso oficial habla de “austeridad republicana” y de poner “al pueblo por encima de todo”, en Tianguistengo la realidad se pinta sola, sin necesidad de discursos ni promesas.
El alcalde aliancista de Morena-Panal, Febronio Rodríguez, dejó claro este fin de semana para qué sirve el poder acumulado tras cuatro administraciones consecutivas: una fiesta de 15 años para su hija, con más de 500 invitados, grupos musicales de renombre y la “sorpresa” del Komander como espectáculo principal.
¿Austeridad?
¿Compromiso social?
¿Transformación del municipio?
Nada de eso. Lo que se mostró fue un despliegue de riqueza, de contactos políticos y de ostentación pública que deja en evidencia la desconexión entre el poder y la gente que dice representar.
Mientras cientos de familias luchan día a día en Tianguistengo con caminos en ruinas, escuelas precarias y servicios públicos insuficientes, el círculo de los elegidos festeja bajo reflectores y música de lujo.
No se trató simplemente de un evento familiar.
Fue un recordatorio crudo:
Que cuando el poder se enquista, deja de ser instrumento de transformación para convertirse en vehículo de privilegios personales.
¿Dónde quedó la ética del “no mentir, no robar, no traicionar”?
¿Dónde está la congruencia entre el discurso al pueblo y las acciones de élite?
Quizá la respuesta sea tan obvia como incómoda:
Al final, en este tipo de política, el pueblo es sólo un escalón.
La verdadera fiesta -y el verdadero poder- es para unos cuantos.
Y ahí, escuchando los acordes de los narcocorridos del polémico Komander, estaba el alcalde de Zempoala, Sinuhé Ramírez Oviedo.
Y también, para dejar claro que el simple festejo de la niña sirve para fortalecer uniones en el largo trayecto político, se dejó ver Isabel Ramírez Mercado.
La alcaldesa de Molango que no desaprovecha oportunidad para presumir su gran sonrisa con los poderosos y su trato hosco para sus colaboradores a los que no tiene empacho en pedir que cojan la escoba y se pongan a barrer.
En fin, felicidades a la quinceañera y a los empoderados invitados.
Total, la sociedad ya mostró que puede aguantar casi el siglo antes de rechazar con su voto a los que en campaña se muestran sonrientes y asequibles.
¡Felicidades a la quinceañera!
