Mientras el gobernador Julio Menchaca anticipa nuevas visitas de la presidenta Claudia Sheinbaum a Hidalgo, la visita de Santiago Nieto ha dejado dos lecturas en la articulación del ejercicio de gobierno: I. No existen las visitas de cortesía y, II. La política no tiene efecto placebo.
Santiago Nieto Castillo, quien ahora encabeza el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI), no sólo visitó Hidalgo para sacramentar el “aguamiel” y garantizar su protección cultural, sino que dio paso a la firmeza de sus decisiones, haciendo valer que lo que dijo en prosa lo sostiene en verso.
En su encuentro con el gobernador Julio Menchaca, Nieto Castillo no sólo enfatizó las bondades de sacramentar el aguamiel de Hidalgo, sino que, sin perder de vista su expertise jurídica, dejó claro que la política no tiene efecto placebo y que el revés judicial sobre el caso Sosa Castelán atiende -como en su momento lo hizo partícipe desde la UIF- a un proceso de investigación que fue efectuado en el marco de la ley. En todo caso, Nieto Castillo se apegó a este fallo de los órganos competentes, enunciando que comparte esta decisión.
La lectura de las declaraciones de Santiago Nieto evidencian que la política no tiene un efecto placebo. Cuestión por la que no se trata de crear eventos que puedan maquillar la escena política como lo implican las pesquisas de la Estafa Siniestra, de la cual, Nieto Castillo fue el artífice e instrumento de la impartición y procuración de justicia, creando no solamente el halo de certidumbre jurídica en el gobierno de Julio Menchaca, sino, también, fortaleciendo el equilibrio político interno cuando los cuestionamientos sociales se cernían sobre el primer gobierno de alternancia política en Hidalgo.
La presencia política de Santiago Nieto en Hidalgo dejó una huella indeleble y afianzó la idea de que en el ajedrez político contar con un alfil siempre genera dividendos, no sólo de contención y equilibrio gubernamental, sino también de ofensiva política.
Cabe recordar que cuando Nieto Castillo tuvo a su cargo la impartición y procuración de justicia, el partido guinda en Hidalgo presentaba una erosión que oscilaba entre las presiones del Grupo Universidad y los resabios de las filas de exintegrantes del PRD, condición que mantuvo en vilo a Marco Rico, líder de Morena, y que creaba un “pato cojo” dentro de la armonización de la izquierda. Los reiterados llamados del 4º Piso para generar estabilidad y firmeza de mando en el partido guinda no fueron suficientes en ese momento para causar el equilibrio que requería el gobierno de Julio Menchaca, por lo que la impartición y procuración de justicia se erigió como el cimiento político.
El relato histórico del primer año de gestión de Julio Menchaca, revistió el esplendor esperado de un gobierno de alternancia política, cuya proximidad ciudadana comenzó a perfilar las promesas de campaña en realidades concretas. Sin embargo, el gobierno podía descansar en la figura de Nieto Castillo, que había iniciado una cruzada de moralización política y combate a la corrupción e impunidad.
La conducción del Poder Judicial, entonces, le otorgó veracidad a toda acción de gobierno, creando un entramado de credibilidad y confianza social que, materialmente, blindó a la administración de Menchaca Salazar. Todo indicaba que el alfil político les había dado la solidez a los usos del poder gubernamental y perfilaba la estabilidad que requería el morenismo en Hidalgo.
No hay efecto placebo en la política.
Santiago Nieto Castillo sigue presentando un halo de autoridad moral cada vez que pisa suelo hidalguense. Su presencia condensa un factor de equilibrio y sobriedad política que dejó un vacío de poder; en un liderazgo judicial que permitió contrarrestar los efectos nocivos de la corrupción e impunidad que las fuerzas del antiguo régimen crearon en ese bastión político que cercenó la probidad y justicia en Hidalgo.
