¿Cómo evaluar a la élite política de izquierda?, la élite de Morena vive momentos de extravío político debido a que muchos de sus actores y actrices han perdido piso frente al poder, asumiendo que lo que está en juego es la redefinición política interna y no la trascendencia de la conciencia política que creó las condiciones para la caída del antiguo régimen.
En un diálogo de sordos se equivocan los que se equivocan, perfilando errores garrafales, propios de la miopía política de una clase que se percibe como la élite del poder.
La narrativa de la lucha histórica de Andrés Manuel López Obrador constituye el ejemplo de un enfrentamiento antisistémico, donde las fuerzas de izquierda fueron matizando una conciencia clara de las implicaciones de la batalla que resquebrajó el sistema político y creando la toma del poder en México.
Es en este escenario donde hemos presenciado uno de los mayores despropósitos de la élite política de izquierda, que en un acto protocolario de unidad política nacional dio la espalda a la presidenta Claudia Sheinbaum que fue materialmente ignorada por la estructura de poder de su gobierno y donde el gobernador Julio Menchaca en un gesto de lealtad política afianza los postulados de la Cuarta Transformación. Es menester evaluar por qué se equivocan los que se equivocan.
¿Para el tata Andrés Manuel qué rol cumplen las fuerzas de izquierda?, ¿cuál es la visión política de Claudia Sheinbaum frente a la casta extraviada? y, ¿dónde está el error de la psique política de la élite de izquierda confundida?
Para AMLO, la izquierda es una fuerza transformadora de la nación que cumple un solo rol: interpretar el mandato del pueblo.
En este trazo, el mandato del pueblo es antitético a los grupúsculos de izquierda que hoy se piensan como élites llamadas a gobernar por encima del pueblo, precisamente porque ese fue el despropósito de ese poder omnímodo (absoluto), que edificó la noche de las y los mexicanos y convirtió a la política y a la nación en el instrumento de la opresión del pueblo.
Por ende, no se puede relativizar el quiebre y afrenta a la unidad política de aquellos que le dieron la espalda a la presidenta Sheinbaum Pardo, porque sólo los enemigos dan la espalda y no enfrentan cara a cara el devenir político.
Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto percibieron, en su Teoría de las élites, que una casta política empoderada expande su poder por encima de los intereses democráticos de la sociedad; puede con todo sentido, cuando está preparada, expandir su poder, pero suele alejarse de los principios rectores de su origen como el bienestar del pueblo, la ley al servicio de la horizontalidad ciudadana y, lo que es peor en el caso de la izquierda, el desprendimiento de los principios de conciencia revolucionaria.
La visión política de la presidenta Sheinbaum Pardo sobre el extravío político de los que se sienten “la élite de izquierda” es una sola: pérdida de la conciencia de clase.
En esta atmósfera, el error de los extraviados y sus equivocaciones garrafales esgrime, a todas luces, que han perdido la conciencia de clase que devino de la lucha social que encabezó López Obrador y Sheinbaum Pardo. Por ende, su psique de poder comienza a perfilar la paranoia que suelen experimentar las élites que confunden el mandato del pueblo con su conducción política.
A la inversa de este correlato del extravío político, la disciplina e interlocución política del gobernador Julio Menchaca expone que jamás el poder de jure debe ser transgredido por el poder de facto. Morena es una sola fuerza política con un timón de largo aliento, no puede extraviar la conciencia cierta de la ciudadanía y mucho menos la conciencia de izquierda.
El gran estratega Napoleón Bonaparte advirtió que “lo que se gana en el campo de batalla, no puede perderse en la mesa”.
Morena llegó al poder por la convicción e interlocución de una lucha social y su conquista no está hecha para que la élite de su poder se equivoque.
