El 4º Piso se apresta a aplicar las directrices de la disciplina política en armonización con las prescripciones morenistas de un claudismo, cuya fuerza política no admite el quebranto de la conciencia política de izquierda.
Después de los estragos experimentados por el senador Cuauhtémoc Ochoa ante la frustración de su iniciativa “cobranza delegada”, que merece desde el análisis de la lucha social que ha emprendido la izquierda y, particularmente la presidenta Claudia Sheinbaum, comprender que ante el despropósito político frente al pueblo dentro del gobierno de Morena no existe inmunidad política.
No se necesita utilizar la frase “castigo político” para entender las consecuencias de los desaciertos del senador Cuauhtémoc Ochoa -que se encuentra experimentando rendimientos decrecientes en su capital político– para advertir que su estrategia de empoderamiento en el control de aparato de Estado de Hidalgo no sólo se ha diluido, sino, que, ahora, se apresta a recibir el empuje a contracorriente de las diferentes fuerzas políticas que nutren la estructura de Morena.
El péndulo de táctica política que ocasionó el desencuentro entre el senador Cuauhtémoc Ochoa con el secretario de Gobierno, Guillermo Olivares, no fue en realidad la primera hebra de la madeja de la estrategia política para presentar la omnipotencia de crítica gubernamental desde la potestad de un senador que pretende ser la voz de Hidalgo. En los hechos, las redes que tejió Cuauhtémoc Ochoa para seguir operando en Hidalgo -desde el control del Partido Verde y que cruzaron movimientos con Lisset Marcelino y desde una zona estratégica de flujo político como la Huasteca con Raúl Badillo, exalcalde de Huejutla- advierten el escozor de sus trazos de poder.
En este entramado complejo, el 4º Piso ha concretado una postura de firmeza política que, primero, apoyó la gestión de Olivares Reyna frente los graves desequilibrios de la crítica del senador Cuauhtémoc Ochoa y, posteriormente, en los pronunciamientos del gobernador Julio Menchaca llamó a la disciplina política; condición que, frente a la toma y obstrucción de las vías de comunicación de Pachuca por el Sindicato del Cemento de Edoméx, perfiló sombras de manejos políticos que todavía no han sido plenamente develados, pero, que, sin duda, intentaron golpear y desestabilizar a la gestión de Menchaca Salazar.
En este trazo, la comunicación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Julio Menchaca presenta consensos agudos de alianza gubernamental entre la administración federal y el Poder Ejecutivo de Hidalgo, que han planteado las directrices de corrección y rumbo de los escenarios políticos, cuestión que marcó el peso del cese del cargo de presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República de Cuauhtémoc Ochoa.
En las últimas semanas se observó que el otrora brazo derecho de López Obrador, Adán Augusto López, no le dio un espaldarazo político a Cuauhtémoc Ochoa que fue presentado con un encargo menor de vicecoordinador de Morena en el Senado, sino que se trató de una escena de verticalidad política con altavoz para toda la estructura burocrática del partido y gobierno guinda.
La clara molestia e indignación de la presidenta Sheinbaum Pardo frente al despropósito de la iniciativa del senador Cuauhtémoc Ochoa sobre “cobranza delegada” no paró en una simple llamada de atención -en la política docta, una llamada de atención es la antesala a la purga intestina-, el cese de Ochoa es, en línea recta, la observación de que “si no juegas dentro de las reglas del juego, lo próximo es que no volverás a jugar”.
Hagamos una lectura política inversa. La disciplina mostrada por las y los diputados de Morena del Congreso de Hidalgo en la aprobación a la Reforma al Poder Judicial manda el mensaje opuesto al comportamiento y conducta política del senador Cuauhtémoc Ochoa: el pueblo manda.
Como indicaba el gran Florentino Nicolás Maquiavelo: “La lealtad no es la mayor virtud, pero debe ser la primera”.
La sentencia es clara. El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum no le otorga inmunidad política a nadie, y lo ocurrido con los múltiples desencuentros con el senador Cuauhtémoc Ochoa trazan, lapidariamente, que desde la “cobranza delegada” se la han cobrado al senador por Hidalgo, que tiene un panóptico encima de su conducta política, por lo que deberá medir sus pasos en las líneas de conducción política y, sin lugar a equivocaciones, sus nexos con el Partido Verde.
