Una de las vallas cayó, y poco a poco, las asistentes a la marcha del 8M, Día Internacional de la Mujer, en Pachuca, Hidalgo, derribaron cada una de las barricadas que las autoridades habían colocado para proteger el edificio del Palacio de Gobierno, ubicado en Plaza Juárez, recientemente remodelado por la administración morenista.
Activistas denunciaron la detención de menores de edad y mujeres que participaron en la protesta. Algunas lograron llegar hasta la entrada de la sede del Poder Ejecutivo con la intención de plasmar iconoclasia, lo que provocó que la Policía, que resguardaba el edificio, comenzara a jalonearlas y retuviera al menos a tres jóvenes. Casi a la medianoche, activistas reportaron que todas habían sido liberadas.
Minutos después de las cuatro de la tarde, las 6 mil participantes ya habían realizado el recorrido al Reloj Monumental y regresado a Plaza Juárez para escuchar testimonios de familiares de víctimas, realizar actividades y cerrar la marcha. Sin embargo, un grupo de personas —que algunas manifestantes denunciaron como infiltradas— comenzó a mover las vallas.
Al inicio de la marcha, a las dos de la tarde, el sol irradiaba con furia sobre el cielo pachuqueño, como si compartiera la indignación de cientos de mujeres que participaron en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en la capital hidalguense. Exigían justicia al Estado por las víctimas de feminicidio, violencia vicaria y acoso por parte de funcionarios, quienes, según denunciaron, las han revictimizado con omisiones o acciones.
De regreso en Plaza Juárez, un grupo de personas intentó mover una de las barricadas que resguardaban la sede del gobierno; otro grupo calmó el intento. Durante algunos minutos sólo hubo gritos y reclamos dirigidos a las policías que se encontraban tras el muro gris, que antes de la marcha había sido utilizado como tendedero de denuncias.
En una de las orillas, un grupo de manifestantes movió parte de la barricada, y la respuesta policial fue arrojar agentes químicos y gas lacrimógeno. Esto provocó el grito de “¡Culeros, culeros!” y marcó el inicio de la caída de las vallas, que fueron derribadas una a una, como fichas de dominó, sobre el piso remodelado de Plaza Juárez.
Las asistentes celebraban con júbilo mientras el humo blanco y naranja salía de los extintores que portaban las policías. Frente a frente, manifestantes y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo, con el refuerzo de agentes de Policías Municipales adheridas al Mando Coordinado, se encararon. Las manifestantes intentaban acercarse a la sede del Poder Ejecutivo para plasmar iconoclasia.
Las mujeres inconformes marcaron con pintura morada sus manos en los escudos policiales y escribieron el nombre de Rosaura, la joven asesinada por su expareja, un expolicía de Mineral de la Reforma. Rosaura lo había denunciado, pero una jueza lo liberó, y el 5 de febrero él la asesinó junto con tres de sus familiares.
La Policía continuó lanzando agentes químicos, mientras algunas manifestantes usaban las vallas como arietes contra las filas de seguridad y lograban derribar a algunas agentes. “¡Ojalá nos cuidaran como cuidan los edificios!”, reclamaban.
Un grupo logró infiltrarse y llegó hasta la puerta del Palacio de Gobierno. Fue entonces cuando se realizaron al menos tres detenciones, incluida la de una menor de edad. Esto desató la furia de las presentes, que, utilizando palos, piedras y botellas, intentaron impedir los arrestos.
La autoridad respondió con toletazos y más gas lacrimógeno. En este enfrentamiento ya participaban policías hombres, quienes jalaron a una mujer con tal fuerza que su pecho quedó descubierto y su nariz resultó golpeada. También fueron alcanzadas por el gas mujeres jóvenes, una embarazada y dos fotoperiodistas.
Tras varios minutos y la intervención de madres y padres de familia, los jóvenes detenidos fueron liberados. Posteriormente, presentaron una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) por el actuar de los elementos de seguridad.
Mientras más policías llegaban a la zona, las manifestantes encendieron una fogata en Plaza Juárez y continuaron con los testimonios de víctimas de violencia de género.
Uno de los momentos más álgidos ocurrió cuando una joven que portaba un galón de gasolina fue detenida. Esto provocó golpes y el intercambio de proyectiles de un lado a otro. Una joven resultó con cortadas en el pómulo y el entrecejo.
A las 9:50 de la noche, activistas de Servicios de Inclusión Integral (SEIINAC) informaron que la persona detenida había sido liberada. Intentaban fincarle cargos por presuntamente arrojar gasolina.