El populismo como doctrina política del capitalismo encontró en el PRI, así como en el partido Peronista en Argentina, a sus máximos exponentes en el continente. El populismo es una doctrina política que deviene en un régimen ambiguo, donde apelar al nacionalismo rompe la estructura de clases y crea una alianza entre desiguales como sucedió en el México de Lázaro Cárdenas, en un momento histórico donde el capitalismo requería preservarse y reconstituirse.
Erróneamente, la mayor parte de la sociedad ubica a los partidos de izquierda como populistas, advirtiendo que usan al Estado para dar dádivas a costa de sacrificar el erario y estabilidad de la nación. Empero, este arquetipo “populismo” se presentó con nitidez en el gobierno de Lázaro Cárdenas en el PRI y con Juan Domingo Perón en Argentina, en el partido que llevó su nombre y que Eva Duarte (Eva Perón) elevó a la categoría de deidad política que aún, causa nostalgia y suspiros en Buenos Aires, mientras Milei que es de ultra derecha grita: “sos un peronista”, para delatar a un populista que ama a los trabajadores.
La ideología populista era ambigua y mucho más sus discursos que se encargaban de usar al nacionalismo para unir a estratos sociales irreconciliables como la burguesía y el proletariado para garantizar el control político de masas; esto funcionó de perlas para el PRI en México, inclusive, el partido usaba los colores de la bandera mexicana, por lo que ser priista era ser mexicano y viceversa.
Perdón por el salto histórico, pero no se trata de que imparta una cátedra sobre populismo. Sólo quiero dejar claro que el populismo no es de izquierda, esta fue una monserga que acuñó la burguesía para quitarse de encima a las corporaciones obreras y al sindicalismo que le estorbaba y que con el populismo cardenista en México había cobrado fuerza, aunque los sindicatos eran blancos, es decir, controlados por los patrones y con su líder Fidel Velázquez que jugaba en pro de los patrones, jamás de los obreros.
En la catástrofe política que vive el PRI en Hidalgo, Marco Mendoza apelando al “populismo” ha señalado que el PRI es de izquierda, premisa absurda y negacionista de la historia de lo que implica la izquierda y su conformación en el mundo contemporáneo. Tal parece que Fidel Castro y el Che Guevara serían los ideales del corazón de Marco Mendoza, cuestión que no vale la pena discutir.
La cruda realidad es que la izquierda en México -en la cual no son todos los que están, ni están todos los que son- tiene de rodillas a la derecha del PRIAN y a punto de reducirla al limbo político; por ello, Marco Mendoza que de marxismo sabe tanto como yo de astronomía -y yo soy un neófito de la astronomía- apela a que el PRI es de izquierda, pronunciamiento no sólo equívoco, sino por demás sofista.
Como las calamidades nunca vienen solas, Marco Mendoza habla en números duros que en Hidalgo el PRI cuenta con más de 100 mil afiliados, lo cual es poco menos que la quimera del oro -si es que alguien vio la película de Chaplin, por cierto una joya del cine mudo- lo que implica que sus números, además de resultar increíbles, no denotan con veracidad que su data es minúscula e insuficiente para revertir el proceso de defección, desbandada política y éxodo masivo del tricolor a Morena Hidalgo y a un mimetismo político sin precedentes.
Los rendimientos políticos decrecientes en el PRIAN son tan espeluznantes como los tres campeonatos que tiene el América.
Me canso ganso, como dijo el inmortal. En los hechos, pronunciamientos como el realizado por Marco Mendoza sobre esta impactante afiliación de militantes en el PRI, me recuerda a la parodia, -mala, por cierto-, del Rey León, donde Simba mira al horizonte de su reino como lo hace Morena, mientras Scar murmulla para conspirar en contra del Rey León.
Nadie crea que el populismo es de izquierda, esa es una tesis fallida, porque el populismo se extinguió hace décadas y, ahora, sólo existen retóricas espeluznantes como que “el PRI es de izquierda”.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.