En un contexto político donde el ascenso de Claudia Sheinbaum al poder está redefiniendo y depurando a las fuerzas políticas que integran la izquierda, el mensaje ha sido claro: avanzar en la profundización de las reformas sociales y la hegemonía política.
En esta atmósfera política, la ausencia de Marco Rico, líder de Morena Hidalgo, en el inicio de campaña de Jorge Hernández Araus por la alcaldía de Cuautepec, deja una lectura confusa y de despropósito político frente al grave deterioro social que experimenta el municipio en cuestión, y advierte que las directrices de la 4T no se construyen desde el escritorio.
La transformación política que encauza el gobierno de Sheinbaum Pardo se presenta en un momento donde la crisis de los partidos de la derecha no puede marcar coletazos o inercias a los partidos de izquierda. Por ende, la ausencia de Marco Rico en el inicio del proselitismo de Jorge Hernández Araus envía señales impropias de la dirigencia partidista en Morena Hidalgo, creando un clima de desconcierto que advierte que las arenas políticas al interior del partido guinda se han eternizado.
La cercanía de Jorge Hernández Araus con el Grupo Universidad, en el impasse de la crisis política y ruptura de la alianza morenista con PT/GU de cara a las elecciones del 2 de junio, crearon una estela de desencuentros y suspicacias al interior de Morena Hidalgo, que propenden hacia una reflexión de forma y fondo que deja cuestionamientos claros: ¿Marco Rico avizora en la cercanía de Hernández Araus con Grupo Universidad el sello de la doble cara o la ambivalencia política? y, de igual forma, ¿el escrutinio de las arenas políticas al interior del partido guinda no sólo develan una convulsa conformación de fuerzas que chocan y colapsan sin permitir una postura de unidad política?
Si bien es cierto que el capital político de Morena en la nación se encuentra en franca expansión, no es menos cierto que el poder y las votaciones no se ganan en el escritorio. El mensaje que Marco Rico ha mandado con su ausencia en el inicio de campaña en Cuautepec advierte que el juego de intereses en el partido hegemónico se encuentra en un momento de recomposición de fuerzas y esquemas de dirección política, lo cual propicia el fortalecimiento de la partidocracia y fuerzas de la derecha y un despropósito político en la arena electoral de Cuautepec.
Marco Rico, como líder de Morena Hidalgo, no puede perder la preeminencia de encauzar los procesos políticos creando una recesión en el poder del partido. Su figura debe articular nuevos esquemas de conducción política para controlar las arenas que subsisten en el partido y, con ello, dar certidumbre a la orientación e interlocución política de las bases militantes.
Desde hace más de un año, desde el 4º Piso ya se había advertido la necesaria reestructuración del partido guinda frente al proceso electoral presidencial. Debía construirse un rostro de unidad y disciplina política que permitiera hacer del proyecto de consolidación de la hegemonía de partido en Hidalgo, el destierro del bastión priista del antiguo régimen y la erosión de las fuerzas políticas de la derecha a su mínima expresión, como objetivos claros del ascenso del poder en el mapa geopolítico de Hidalgo y en dirección lineal al 2º Piso de la transformación de la 4T.
Sobresale que Marco Rico no haya entendido el mensaje de la visita de Luisa Alcalde y Andrés López Beltrán a Hidalgo para reorientar los procesos de consolidación partidista en Morena, que permitan sustentar el poder hegemónico de partido y dar cauce a las estrategias de continuidad transexenal en el gobierno de Hidalgo de cara a los trabajos de la elección presidencial de 2030.