Se multiplican los diálogos ciudadanos con el gobierno de Claudia Sheinbaum y se abren las posturas deliberativas que deben contener una democracia incluyente, horizontal y asociativista en México.
En Hidalgo se encaraman los vestigios de una sociedad que no conoció la democracia deliberativa, donde la participación ciudadana no fuera el signo del acarreo clientelar y el reparto de gorras, sino del equilibrio social y el trazo de gobiernos, cuyas huellas de equidad generaran oportunidades para el todo social.
En los diálogos de las Rutas de la Transformación del gobernador Julio Menchaca ha aparecido el déficit de las formas de participación activa de la ciudadanía que, por desconocimiento y exclusión política, ha quedado marginada históricamente de los procesos de deliberación y construcción de políticas públicas. Es en esta atmósfera, donde el rezago de la participación ciudadana cobra notoriedad en un gobierno que intenta incorporar a diferentes sectores sociales a los programas sociales en consonancia al Plan Claudia y la tan anhelada transformación de la nación.
Como tema aleccionador al déficit de participación ciudadana en las estructuras de gobierno y ejercicios democráticos en Hidalgo, la radiografía de la pobreza se ha convertido en una constante amenaza. En 2016 (CONEVAL), la población en situación de pobreza se situaba en 56.9% lo que equivalía a un millón 674 personas; mientras que la población que vivía sin pobreza era el 13.4% lo que equivalía a que 395 mil personas en Hidalgo no sufrían los estragos de este flagelo social. Los datos en 2022 denotan que el 41% de la población (1,294,400 personas) viven en la pobreza; mientras el 17% de la población (535,300 personas) viven sin pobreza.
¿Qué trazo de correlación establece la participación ciudadana con la pobreza?
La respuesta es lineal. La participación ciudadana en la toma de decisiones encauza los programas sociales aumentando exponencialmente las condiciones de equidad social, porque la distribución de oportunidades se convierte en un asunto de gobierno y equilibrio ciudadano.
Por ende, a mayor horizontalidad social entre sociedad política y sociedad civil, mayor es el espectro de apertura a la equidad y a la simetría de oportunidades sociales. En este trazo, una mayor participación activa de la ciudadanía crea condiciones gubernamentales de asociativismo y colaboración otorgando un radio mayor de consenso a la toma de decisiones.
Gobernabilidad y participación ciudadana
El margen de que la gobernabilidad como esquema de equilibrio gubernamental aumenta directamente cuando la ciudadanía es partícipe de la toma de decisiones. La participación activa-deliberativa pasa, entonces, a constituir el epicentro de la dinámica gubernamental (gobierno incluyente), trazando con ello lo que Claudia Sheinbaum ha denominado “el marco de inclusión social” que debe contener el peso de las decisiones públicas en del desarrollo de esquemas ampliados de gobernabilidad.
Ejercicio político y horizontalidad social
El ejercicio político es, exprofeso, una actividad que debe encarnar la voluntad ciudadana y su ejercicio debe darse para abrir los espacios del gobierno a la ciudadanía. La Constitución prescribe que el poder político es producto de la soberanía del pueblo, lo cual implica que la horizontalidad es el esquema político idóneo para crear respuestas a las demandas de la ciudadanía desde la burocracia representativa, dinámica y atingente.
El mensaje presidencial de Claudia Sheinbaum fue claro. La ciudadanía tiene no sólo en la Constitución la consagración de derechos, sino también del ejercicio de la dignidad humana que la constituye. Por ende, la democracia deliberativa debe construir mecanismos, procedimientos y herramientas jurídicas que perfeccionen el esquema político-reflexivo de la creciente incorporación social a la toma de decisiones del aparato de Estado.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.