Sin el sustento significativo de representación política en el Congreso de Hidalgo, los partidos de oposición presentan dilemas en dos niveles de conformación: la fragmentación política y la erosión militante.
La fragmentación política de la alianza opositora se presenta en el marco del avasallamiento de cúpula del PRI que deviene de la reelección de Alejandro Moreno y la eternización de Carolina Viggiano, a través de un golpe de Estado guiado por un autoritarismo partidista, precedido por el reparto de escaños, posicionamientos de estructuras de mando y prebendas económicas. En esta misma tesitura, el PAN pretende ignorar la fragmentación política de la alianza opositora, acusándola de “error histórico”, pero sin autoridad moral ni entereza política desde la voz de Marko Cortés, que esconde responsabilidades en discursos huecos y vacíos.
En este trazo, tanto PRI como PAN presentan una profunda erosión de sus bases militantes, por lo que operar en congresos como Hidalgo, con una clase política mermada en número y fuerza partidista, se presenta como uno de los dilemas de la democracia de partidos, inapelable frente a la mayoría calificada de Morena.
En el gobierno de Julio Menchaca, frente a la operatividad del Congreso local, no existen mayores dilemas ante a las descalificaciones políticas de la oposición de la sobrerrepresentación política en las legislaturas; en los hechos, para la bancada de Morena en Hidalgo, esto no sólo no es un dilema, sino un signo inequívoco de los lloriqueos y quejumbres de una oposición derrotada, por lo que las realizaciones de las Rutas de la Transformación se perfilan en la agenda legislativa.
Las especulaciones de la oposición en Hidalgo sobre los peligros que enfrenta la democracia frente a la presencia mayoritaria de Morena en el gobierno se han ido diluyendo como lo hicieron en la pasada elección presidencial. Estos argumentos que pretenden causar incertidumbre y temor de la instauración de Venezuela en México en la escena social y política carecen de peso y sentido, y se han vuelto alusiones vacías que ni la misma oposición cree, generando escarnio social y descrédito hacia la bancada del PRI, PAN y los partidos satélites.
Los dilemas democráticos de los partidos de oposición en Hidalgo son tan insulsos que asemejan a la fábula de Pedro y el lobo, pero sin que aparezca el Canis lupus que amenaza a la democracia. En los hechos, estos dilemas son una fábula política y una tragicomedia al estilo de Xóchitl Gálvez y Vicente Fox.
Los verdaderos dilemas de la democracia de partidos de oposición en Hidalgo estriban en que sus expresiones partidistas no concitan ninguna opción política para la ciudadanía. Los partidos de la vieja guardia política han dejado de ser opción y sólo representan -en el imaginario político y social- una idea perniciosa de obstrucción y lastre gubernamental.
Estamos en un impasse político en México. La oposición ha sido borrada de la escena política, reducida a su mínima expresión y relegada a comparsa partidista.
La oposición política no encauza las tareas de la sociedad, es por ello que no existen argumentos válidos que hagan frente a la marea de Morena. Es impensable que con dilemas donde se acusa que la democracia está en riesgo por el control político de la mayoría guinda en gobiernos y congresos, la ciudadanía pueda doblarse y engrosar las filas de la oposición. Lo que viene a pasos agigantados es el fantasma de las reformas y realizaciones sociales que ya encabeza Claudia Sheinbaum y que transitan hacia Hidalgo como autopista de cuatro carriles y con el viento a favor de una máquina de trenes desde el AIFA a Pachuca.
