Todo proyecto político va fraguando conforme avanza el tiempo y se vayan construyendo los cimientos que le darán el soporte requerido para poder consolidarse. Hoy, el partido de Morena, pero particularmente el trabajo del gobernador del estado, Julio Menchaca, se ha visto gratificado por el electorado hidalguense al demostrarlo en las urnas.
Para un primer gobierno de alternancia en Hidalgo la tarea no ha sido fácil, ya que el trabajo de la administración pública requiere de experiencia, de visión y de políticas públicas adaptadas a las nuevas exigencias sociales, situación que no ha sencilla para el gobierno estatal, quienes han pagado factura de menores proporciones como una especie de novatada administrativa.
Parece que poco a poco se han ido ajustando las cosas para salir del paso de lo que implica la responsabilidad de llevar a buen puerto un gobierno, y que ante los ojos de la sociedad y de los círculos políticos, las miradas están puestas en este primer gobierno de alternancia para aprobar o desaprobar lo que se ejecuta.
Es evidente que el gobierno de Julio Menchaca está expuesto a las críticas y a las observaciones, excepto del PRI, que en teoría no tendría calidad moral para poder hacer señalamientos, sobre todo porque se mantuvieron en el poder por más de 90 años, y pensar que en un sexenio se podría recomponer lo que el partido tricolor construyó y destruyó, sería un acto de cinismo.
A casi dos años del gobierno encabezado por Julio Menchaca se nota la mano, entre otras cosas, al combate a la corrupción, a la construcción de un Plan Estatal de Desarrollo con visión de futuro y apegado a los principios de la Cuarta Transformación.
En cualquier administración gubernamental siempre habrá señalamientos porque la sociedad es tan diversa que sería difícil y democráticamente incorrecto que todas y todos estuvieran de acuerdo en el trabajo del Poder Ejecutivo, pero para efectos prácticos hay estadísticas que califican el sentir social entorno a su gobernante y que muestra una radiografía del momento en una especie de escrutinio público.
Sin menciones desmedidas, digamos que este gobierno ha hecho un trabajo bueno a secas, con una tendencia a mejorar en los próximos años, que le permitiría consolidar a Morena como una nueva fuerza política por muchos años más en el poder. Y para muestra, lo ocurrido en la pasada elección en la que prácticamente arrasaron con más de 50 ayuntamientos -todos los más importantes-, la senaduría, todas las diputaciones federales y las diputaciones locales. Como hace mucho no se veía, al menos en Hidalgo.
Lo sucedido en los comicios de apenas hace unas semanas mucho tiene que ver con la aceptación que tiene el mandatario Menchaca en el territorio estatal, lo que significa una señal muy clara de que la gente aclamaba un cambio de raíz y en esta contienda electoral le refrenda su apoyo y confianza para seguir articulando acciones en favor de las familias de Hidalgo.
Pero también es menester destacar el hilo fino del tejido político que ha construido en dos años, logrando concretar acuerdos, consensos, operación política de altura que hoy se traduce en la construcción de acciones afirmativas al margen de la administración pública.
Julio Menchaca ha mostrado oficio político y en cada espacio público o privado encuentra un placer especial por mandar señales a quienes les tiene afecto y a quienes no. Un hombre serio y propio mostrándose en una etapa que era desconocida. Hidalgo está convencido de que la transformación es una realidad y ha dado un golpe de autoridad con la batuta de su capitán.
