No cesan los epitafios políticos en Hidalgo para hablar de la pérdida de registro del PRD en consonancia con las inercias de la derrota de la oposición, que ha alcanzado una estrepitosa caída en el mapa geopolítico, y donde el legado de la desigualdad social que generó el enclave del otrora bastión priista, consuma el réquiem o la misa negra de su posible desaparición.
La inconsistencia ideológica y política del PRD Hidalgo es un factor vital en la desconfianza social y vector de su desaparición, la cual venía precedida, a nivel nacional, de la injustificable alianza con la oposición de la derecha y ultraderecha, que hizo que su líder nacional, Jesús Zambrano, pasara a convertirse en la marioneta de Alejandro -Alito- Moreno y Marko Cortés.
Así, entre títeres y titiriteros, en Hidalgo el PRD experimentó una creciente fragmentación de sus fuerzas, las cuales habían tenido cabida en la conformación de Morena Hidalgo y constituye, todavía, un contrapeso al interior del partido guinda y un dolor de cabeza para su líder Marco Rico, que ha experimentado el vendaval de esta corriente en diferentes escenarios y, particularmente, en la nominación de candidaturas previas a la elección del 2 de junio.
El fenómeno de la defección y migración de la militancia del PRD Hidalgo fue un factor sustantivo en su degeneración pero atendía a condiciones de análisis crítico: concentración del poder, sectarismo y agrupamiento tribal o de primitivismo político, estructura orgánica deficiente.
En esta conjunción de factores de poder orgánico del PRD Hidalgo, la precarización de las discusiones y causas ideológicas del partido fueron subordinadas por una cúpula que -al igual que en sus aliados de derecha y ultraderecha del PRI y PAN- perfilaron una descomposición orgánica de principios y posturas ideológicas que fueron relegadas en detrimento de la creación de cuadros, bases militantes y fuerza generacional.
Este cisma de estructura partidista condensa en el PRD Hidalgo la pérdida y frustración de sus bases militantes que, desorientadas y en franca confrontación, dieron paso a esquemas beligerantes innecesarios que llegaron a incidir en desencuentros sociales en Hidalgo.
Si se observa la conformación de las estructuras de partido del PRI, PAN y PRD, existe un común denominador en la debacle del 2 de junio: el autoritarismo de cúpula.
Empero, el PRD Hidalgo, en este réquiem analítico, sólo puede apelar a que el despropósito político que encauzó en la fractura con la izquierda de López Obrador, lo llevó al extravío, generando conductas políticas que propiciaron no sólo el alejamiento de las fuerzas progresistas de izquierda sino la proscripción de su estructura política y la extinción del partido.
En esta oscura realidad el PRD Hidalgo se unió a una alianza que históricamente manchó el sistema político local, por lo que experimentó -en la inercia del descrédito social de las y los hidalguenses- una pesada carga negativa de impugnaciones, reacciones de descontento ciudadano y la pérdida de legitimidad y credibilidad que, en algún momento de su historia fundacional, fueron los vectores que le permitieron el acceso al poder.
En una imagen dantesca, Jesús Zambrano, el líder del réquiem político, se retiró con una arenga amenazante del recinto del extinto PRD: “formaremos otro partido”.
Cuando se hable del PRD en la historia de los partidos políticos posrevolucionarios en México el réquiem dirá: nacimos en la congruencia política de izquierda y fallecimos siendo incongruencia política de derecha.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
