Aunque el gobierno de Julio Menchaca Salazar ha logrado una transición exitosa del autoritarismo del antiguo régimen a la alternancia democrática en Hidalgo, el proceso ha sido particularmente complejo, porque las fuerzas de oposición que históricamente dominaron al aparato público crearon candados y prácticas que doblegaron la conciencia política en un juego de corrupción y prebendas que nutrió a una clase política privilegiada que se sirvió del pueblo.
Esta forma de ejercer el poder y control político provocó que Morena Hidalgo iniciara una reestructuración política en sus filas para alcanzar la disciplina y conciencia partidista, las cuales Marco Rico, como líder, ha tenido que alimentar en un partido que los grupúsculos han pretendido secuestrar, enrareciendo el clima en sus estructuras y creando problemáticas sórdidas que han obstruido el trabajo del gobernador.
En esta atmósfera se han presentado dos situaciones de cohesión política que marcan las directrices de reestructuración en Morena Hidalgo: el encuentro de unidad donde el mandatario, con su presencia, ratificó el trabajo de Marco Rico y generó un llamado a la disciplina de los “confundidos” que pretenden controlar al partido, y el inicio de las campañas de las diputaciones en Tulancingo el pasado domingo, en el que el signo inequívoco de reestructuración lo marcó el pronunciamiento de unidad y control político del líder del partido guinda.
La convulsión que han provocado los grupúsculos que han creído tener derecho de piso en el partido guinda en Hidalgo, ya sea por antigüedad o por una cadena de juego de intereses –con el que han pretendido presionar al gobernador Menchaca Salazar-, ha puesto a este instituto al borde de un callejón sin salida, porque es claro que la consolidación de la alternancia política exige dos cosas: disciplina partidista y cohesión política.
En esta lógica, los grupúsculos advenedizos en Morena Hidalgo no parecen haber entendido el mensaje salido desde cuarto piso en el encuentro de unidad que protagonizaron Marco Rico y Julio Menchaca: “¡El que se mueve, se va!”.
La reestructuración en Morena Hidalgo deja claro, para el análisis de la correlación de fuerzas, que Marco Rico ha fortalecido un nuevo diálogo para que el proceso electoral en puerta, y más allá de él, dé como resultado la reorientación del mapa político y permita el pleno control guinda del estado desde las senadurías, diputaciones y presidencias municipales. Los grupúsculos morenistas tendrán que disciplinarse o sucumbir frente a los requerimientos de las rutas de la transformación del gobernador.
Morena Hidalgo no puede permitirse complacer a estos pequeños grupos políticos que pretenden secuestrarlo siendo juez y parte. Este es un error táctico garrafal, cuando la estrategia de fortalecimiento del partido ya concita un diálogo de unificación de directrices políticas entre su líder y el mandatario estatal.
El mensaje de reestructuración morenista no puede pasar inadvertido, porque el gobierno de Menchaca Salazar y el liderazgo de Marco Rico están insertos en una lógica de consolidación de la alternancia estatal y federal. Este escenario no habrá de permitir que las arenas políticas, que ya han sido expuestas y se han sublevado, pervivan en un partido donde disciplina y unidad son vitales para el éxito gubernamental.
¡Te lo digo, Pablo, para que lo entiendas, Pedro!