Hidalgo vive un clima enrarecido de convulsión partidista, migración y defección política frente al proceso electoral de 2024; el debilitamiento de la alianza PRI-PAN-PRD ha generado la aparición encarnizada de la rapacidad y juego de intereses de los políticos del escaño y las rémoras públicas hacia la alianza “Juntos hacemos historia”, que encabeza Morena, la cual nutre un cambio de paradigma político en la nación.
La fuerza política que tiene Morena en Hidalgo y su constante crecimiento y transversalidad social en el país han fracturado el caciquismo político y tienen en jaque a la añeja partidocracia, que no encuentra el hilo conductor para revertir la crisis en la que se encuentra, por lo que su retórica y sus acciones resultan huecas y sin eco social.
¿Qué explica, a diferencia de lo que fue el PRI, el poder hegemónico de Morena? Las variables del poder político de Regeneración Nacional son diametralmente distintas a las del Revolucionario Institucional: mientras el pragmatismo de la reproducción hegemónica del PRI mantuvo estructuras de cúpula verticales y nació como un partido de caudillos, Morena surgió como un movimiento político-social antisistémico, cuestión que dio cabida al malestar del autoritarismo político del antiguo régimen, su corrupción e impunidad. El PRI mantuvo una retórica de reivindicación social, pero su clase política vivía como élite, lejana al pueblo; Morena es pueblo político más allá de su base militante de partido y su discurso es llano, proviene de una semántica de proximidad ciudadana.
Estas dos grandes diferencias de formación política entre Morena y los partidos del antiguo régimen explican, más allá de Hidalgo, la fuerza de un movimiento social que se mira en la reivindicación de sectores sociales que fueron olvidados por la partidocracia tradicional: adultos mayores, mujeres, jóvenes, estudiantes, gremios profesionales, sindicatos y los núcleos ciudadanos marginados en pobreza y desigualdad social.
López Obrador comprendió que un movimiento político-social era mucho más que un partido político, porque su apertura, polivalencia y versatilidad de conducción social permitía unir vértebras de malestar ciudadano más allá de la clase social, estatus intelectual o adhesión religiosa e ideológica, condiciones que impactaron en el vertiginoso ascenso de Morena, cuya presencia nacional no es sólo partidista sino política horizontal, realidad que la añeja partidocracia jamás percibió ni comprendió como estrategia de conducción social.
Morena Hidalgo experimenta el aborto y la adhesión de los “grupos políticos independientes”, de políticos que defeccionaron del PRI-PAN-PRD, así como de partidos de volatilidad ideológica y social, abriendo sus cuadros sin discriminación, pero con la operatividad de disciplina política hacia sus estructuras, dándole vida a “cualquiera”, siempre y cuando sume al orden del movimiento, lo cual le da cabida a la retórica del dirigente estatal Marco Antonio Rico Mercado, quien mantiene el hilo conductor de preservación política de López Obrador, en una apertura que no ha entrado en confrontación con el Grupo Plural Independiente de Omar Fayad ni las rémoras que intentan parasitar al movimiento guinda.
Estamos en presencia de una evolución política de las estructuras partidistas en Hidalgo y en México, por lo que a diferencia de la alianza PRI-PAN-PRD, donde el aceite y el vinagre se avinagran, la alianza guinda se fortalece en la pluralidad, apertura y horizontalidad de Morena, que es más que un partido político.