Los aciertos políticos y sociales que ha tenido en su primer año el gobernador Julio Menchaca Salazar, en un renovado espíritu de presencia ciudadana, atraviesan por la turbulencia de la crisis de la UAEH.
El destape de la cloaca porril del Grupo Universidad ha revelado que las estructuras gubernamentales y la clase política en Hidalgo escribieron una historia de corrupción e impunidad bajo un pacto de control social que durante décadas robusteció la evolución política del PRI en Hidalgo.
La alternancia política en el Congreso local y el Poder Ejecutivo sufre los estragos de la transversalidad de la crisis de la UAEH, cuyas vértebras han expuesto la infiltración de los diputados de Morena, el abuso y peculado en contubernio con alcaldes y diputados, e inclusive la migración política que mantiene en las estructuras del actual gobierno a servidores públicos formados en el porrismo de la máxima casa de estudios.
En más de 80 días de paro de los estudiantes del Instituto de Artes (IDA), la procuración de justicia y democracia del gendarme custodio, Santiago Nieto, no sólo ha abierto carpetas de investigación a porros y mercenarios del Grupo Universidad, también ha expuesto su obstruccionismo de la justicia mediante el subterfugio de la “autonomía universitaria”; así como el gobernador Menchaca Salazar ha tenido un posicionamiento claro sobre el adeudo de 32 millones de pesos por pago de servicio de agua de la UAEH que, no obstante, se ha amparado para evadir el pago.
El tejido social en correlación a la respuesta operativa del gobierno le ha exigido al gobernador que esclarezca los actos de violencia pandilleril del porrismo en agresión, no sólo a estudiantes paristas, sino a padres de familia y hacia la sociedad, sin que se haya tomado en cuenta la violencia que ejerce el brazo burocrático-administrativo de la dictadura educativa en alumnos, profesores, investigadores, e inclusive en los propios cuadros administrativos que viven bajo la “Ley de mordaza intelectual y por el estómago”.
El Congreso local reviste una cruenta realidad: la infiltración del Grupo Universidad en las diputaciones, e incluso en las bancadas de la oposición, ha creado una dimensión de operación política que reactivamente ha tratado de obstruir la justicia en torno a la crisis de los estudiantes paristas, pero mucho más importante, perfila la intervención en el proceso electoral de 2024, no sólo a través de esta infiltración, sino de manera precautoria frente al ascenso del Grupo Plural Independiente que ya integra a la alianza morenista y del cual Omar Fayad tiene un desencuentro con el Grupo Universidad que podría obstruir negociaciones de altura y proyección política para la estructura del exgobernador de Hidalgo.
La lectura política de este dilema de suma cero que enfrenta la estructura de Morena en Hidalgo ya ha sido cabildeada en más de una ocasión por el gobernador Menchaca Salazar, lo mismo con el presidente López Obrador, que fue el mentor de la detención de Gerardo Sosa, así como con Santiago Nieto y recientemente con Claudia Sheinbaum, cuyo espíritu universitario está en contra del porrismo y de la infiltración política del Grupo Universidad, lo que explica la fuerza política del laissez faire del gobierno que presenta el movimiento REBEL-ARTE, que no advierte su papel histórico en esta crisis política.
La transversalidad de la crisis de la UAEH no fue, ni lo es ahora, la dimensión de un problema universitario, sino la raíz de un problema político que amenaza la correlación de fuerzas del gobierno de Morena en Hidalgo, frente a la gobernabilidad local y el proceso electoral de 2024.