Las construcciones de la vida sexual social van más allá de las condiciones que priman a nivel biológico de nuestra especie; es vital apreciar las relaciones y ritos que envuelven a la sexualidad y sus polimórficas estructuras que, desde la religión, la moral y el discurso social asume.
No podemos hablar de una expresión uniforme de la sexualidad en el orbe, por el contrario, en cada sociedad se distinguen ritos eróticos que envuelven de manera significativa los espacios donde el erotismo cobra vida y se edifican sus mitos y fantasías, que trascienden el tiempo y el espacio.
Desde las estructuras primarias de las antiguas civilizaciones, la sexualidad trascendió de las formas de reproducción a las formas de estimulación relacional del tejido social y los sujetos sociales, al grado que, lo mismo en el juego que en la política, la sexualidad se volvió rito erótico y conducción temprana de la articulación de las construcciones conductuales que le permitían a una sociedad comunicar su sexualidad en su interacción cotidiana.
Sin embargo, la censura ha estado presente en diferentes estadios de interrelación social en torno a la sexualidad, ello condensa el poliforme mundo de sus requerimientos, apetitos y estímulos, que lo mismo van desde la composición escultórica, pictográfica e inclusive, la arquitectura.
Representaciones artísticas de diversas religiones no han estado exentas del erotismo, al grado que la Capilla Sixtina y los frescos de Miguel Ángel habrían de ser alabados y censurados; lo mismo ocurrió con la representación fálica de la obra del genial Dalí, cuestión que ha generado encontronazos sociales y de la crítica social.
Lamentablemente, en nuestros días el erotismo se ha traspapelado entre la pornografía, pues el utilitarismo de mercado ha sometido a la sexualidad a la explotación comercial, condenando a la “intimidad erótica” a una era de confusión que la pervierte e impide expresarse con las lógicas relacionales y rituales que la caracterizaron. La ferocidad de la pornografía ha desnudado el cuerpo, pero jamás desnudará el alma del erotismo.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.