Argucias escarlatas

Muchos aficionados de los Diablos Rojos se mostraron decepcionados por la eliminación de su equipo ante los Leones de Yucatán, en medio de una controversia en la que se les acusaba de utilizar tecnología para el robo de señales. En realidad, lo que sorprende es que hayan llegado a esas instancias con un equipo que no tenía picheo.

El mánager, Juan Gabriel Castro, hizo malabares para sacarlos del sótano y terminar como líderes sureños, con 50 ganados por 34 perdidos.

De su rotación original, solamente sobrevivió el norteamericano David Huff, y eso, en calidad de relevista, lo que no le impidió terminar como el mejor lanzador rojo, con 6 triunfos, una derrota y 4.86 en carreras limpias.

En el colmo del choteo, uno de los abridores, Bernardo Flores, terminó invicto la campaña, ¡pero con una sola victoria!

Fiel a sus costumbres, los luciferes le quitaron a Oaxaca su mejor lanzador, Jeffry Niño, y trajeron de Campeche a Francisco Haro a préstamo.

Los extranjeros William Cuevas, Henry Sosa y William Ramírez aportaron muy poco.

En el bullpen también batallaron, tras la partida de Roberto Osuna y el fracaso del Jumbo Díaz; finalmente, el venezolano Bruce Rondón hizo el trabajo.

Así, pues, las victorias tenían que llegar a punta de batazos. Si bien su contratación estelar, Kris Davis, fracasó estrepitosamente, sus refuerzos funcionaron a la perfección, especialmente el segunda base Moisés Gutiérrez, que terminó como líder jonronero del equipo, con 19, 73 producidas y un grueso .337, y Ramón Flores, .382, 10 cuadrangulares y 67 empujadas.

Juan Carlos Gamboa tuvo la mejor campaña de su carrera, lo que le valió ser nombrado capitán, con .363, 16 jonrones y 54 producidas, bien arropado por Yaphet Amador, .315, 17 y 70, y Emanuel Ávila, .345, 7 y 38. No conformes, se trajeron en la etapa final a Roberto Ramos, a Río Rivera y a Jason Atondo.

En uno de los juegos finales, contra su filial Oaxaca, se vieron involucrados en una penosa bronca por la que los rijosos Jesús Fabela y Julián León recibieron un castigo ridículo.

El enojo escarlata se produjo cuando, ganando el sexto juego contra Yucatán, ante un estadio lleno 18 a 10, terminaron perdiendo 21-18 y, al día siguiente, fueron eliminados 7 a 5 ante medio estadio.

Así pues, la receta mucho bateo, trampas y poco picheo no da campeonatos. 

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Por: Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.


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JOSEANDO - Jorge Carrasco V.

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.