En el frenético inicio de Madres paralelas, la más reciente cinta de Pedro Almodóvar, que se ha estrenado en la Cineteca Nacional y en Netflix, vemos a las madres primerizas Janis (Penélope Cruz) y Ana (Milena Smit) dar a luz al mismo tiempo a dos bellas nenitas.
Cuando parece que el guion del director manchego seguirá el camino de De tal padre tal hijo, de Hirokazu Koreeda, acerca del intercambio de bebés, Almodóvar da un giro melodramático inesperado, en el que también se hace un ajuste de cuentas para las víctimas del franquismo.
Janis, bautizada así en honor a la bruja cósmica por su madre, que tuvo un fin trágico como la Joplin, es una exitosa fotógrafa que se enamora del arqueólogo forense Arturo (Israel Elejalde), el primero en percatarse de que la niña no se le parece y le pide a una enojada Janis que se haga una prueba de ADN; es así que la artista de la lente se entera de que la niña no es su hija y que, para colmo de males, la verdadera ha muerto súbitamente mientras dormía.
Sin los tintes autobiográficos de Dolor y gloria, la película viene a ser una hermana menor de las grandes cintas Todo sobre mi madre y Hable con ella.
La conciencia política, que brilla por su ausencia en la mayor parte de la obra de Almodóvar, luce aquí un tanto fuera de contexto.
Madres paralelas resulta, pues, el típico melodrama almodovariano, pero sin alcanzar la excelencia de sus predecesoras.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.