La primera temporada de Luis Miguel: la serie, fue todo un fenómeno mediático. La espléndida actuación de Óscar Jaenada como Luisito Rey lo convirtió en uno de los villanos más odiados de la historia; su ausencia se resintió en la segunda temporada, que resultó bastante aburrida, pero lo que ya no tiene perdón de Dios es la tercera y última, donde lo único rescatable es que son apenas seis capítulos.
Diego Boneta sobreactúa de lo lindo, con tics estereotipados del cantante, amén de un maquillaje horrendo, con el que a ratos parece una botarga de Luis Miguel; Jade Ewen es una Mariah Carey totalmente alejada de la real, algo que ya ocurría con otros personajes, como Armando Manzanero.
El conflicto con el representante júnior Patricio Robles (Pablo Cruz) resulta bastante aburrido y es, en teoría, el sostén de la tercera temporada.
Los 27 episodios de la serie fueron de más a menos, y resulta evidente que los guionistas se engolosinaron con el éxito inicial y alargaron el asunto más de la cuenta.
Lo único bueno para Luis Miguel es que la serie representó un reboot para su carrera y lo ayudó a salir de las múltiples deudas que lo agobiaban, aunque siguen existiendo muchas dudas sobre el destino de su madre y de su relación con Aracely Arámbula.
Ojalá ya no se les ocurra hacer una nueva temporada.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
