Michael Jordan es considerado uno de los mejores basquetbolistas de todos los tiempos; sin embargo, muchos cuestionaron que aceptara protagonizar, en 1996, Space jam, una cinta de Joe Pitka en la que compartía estelares con el conejo Bugs y otros personajes de los Looney Tunes.
A nadie le sorprendió que los ambiciosos productores hollywoodenses decidieran reciclar la idea, utilizando a LeBron James, actual jugador de los Lakers, en Space jam, una nueva era.
El absurdo guion de Leo Benvenutti, Steve Rudnick y Timothy Harris presenta a LeBron como un estricto padre que quiere que su hijo menor, Dom (Cedric Joe), siga sus pasos en las duelas, pero al joven le interesan más los videojuegos e incluso ha creado uno.
Cuando LeBron rechaza la oferta para que su imagen sea utilizada en todo tipo de productos, un malvado algoritmo (Don Cheadle) lo transporta al videojuego y le advierte que, si pierde, tendrá que quedarse para siempre en el lugar.
Los puristas del deporte pondrán el grito en el cielo al ver que se premian el estilo y otras muchas jaladas, lo que hace que el marcador supere los mil puntos. A cambio, podemos ver a los encantadores Looney Tunes como hace mucho tiempo no aparecían, aunque Porky y el pato Lucas han sido relegados a papeles secundarios.
El director de Soul men y Scary movie 5 tiene como handicap que LeBron está lejos de ser un buen actor.
Space jam: a new legacy resulta, pues, la repetición de una exitosa receta que solamente tiene los ojos puestos en la taquilla.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.