Ese sábado, 27 de octubre de 1962, el miedo anidó en el corazón de millones de seres humanos por el peligro real de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia con la complicidad activa -y finalmente despreciada- de Cuba.
En nuestro país lo único que se podía hacer y se hizo fue rezar a petición de los sacerdotes de las miles de iglesias que hay en México, para pedirle a Dios y a la virgen de Guadalupe para que no se diera una guerra con armas nucleares, pues podría significar el fin de la civilización.
Esa noche hubo miedo. No como lo que se dice ahora en cuanto a lo que pudiera pasar por el caso de Siria, la antigua Mesopotamia bombardeada por EU, Francia e Inglaterra y la reacción de Rusia que, por lo que se ve, es más discurso que hechos, aunque la verdad quién sabe cuando las decisiones las toman un tuitero como Trump y un faraón como Putin.
En la llamada crisis de los misiles, dos hombres de poder como eran Kennedy y Krushev enfrentaron la situación con argumentos propios que iban de las valentonadas rusas a la decisión firme de no ceder por parte del mandatario de EU, que finalmente pareció ganar la partida.
El 15 de octubre EU descubrió en Cuba bases para misiles balísticos de medio alcance R-12 y R-14 mediante un avión espía U-2, los cuales podían fácilmente llegar a costas estadounidenses a 200 kilómetros.
Kennedy, el 22 de octubre, anunció por televisión un bloqueo a Cuba a partir del siguiente día y sentenció que no dejaría pasar los barcos que traían de Rusia armamento nuclear. Nikita declaró que estas medidas eran una agresión y dijo que los barcos seguirían avanzando.
Ahí empezó la angustia mundial por un posible conflicto nuclear; siguieron avanzando los barcos. La guerra parecía inevitable y llegó el sábado 27, los barcos estaban muy cerca de la línea que no debían cruzar. Las iglesias recibieron a muchos creyentes que oraban por la paz, pero había mucho miedo. Muchos no dormimos esa noche.
Por fin, ya entrada la noche, casi amaneciendo, los barcos giraron e iniciaron el regreso a Rusia. No habría guerra y Nikita y Kennedy llegaron a un acuerdo. Había terminado la angustia.
Kennedy murió asesinado al año y meses, el 22 de noviembre de 1963, y Krushev el 14 de octubre de 1964.
Los hombres pasan y sólo quedan sus hechos. Alguien que lo vivió -viendo el caso actual de Siria- me lo contó, y como me lo contaron te lo cuento.