El que nace será un año de muchas disputas, emociones y amarguras. Ciudadanos, partidos, funcionarios y hasta la selección tienen esperanza de dar ese paso necesario para conquistar la gloria. Estoy seguro que el brindis de fin de año de los presidenciables, Anaya, López Obrador y Meade, fue muy optimista, cada uno piensa (en sus adentros) que llegará a Los Pinos porque es el elegido.
Ricardo Anaya debe suponer que la proeza de haber unificado a la izquierda perredista y de Movimiento Ciudadano con el panismo le confiere por sí mismo un lugar protagónico en la historia de este proceso electoral. Con acuerdos y pactos logró bajar a Mancera, quitar la amenaza de Calderón y Margarita, y de paso sumar la base electoral de un sector significativo de dos corrientes otrora antagónicas a su favor. Ya instalado en la contienda, con la fuerza de una campaña que crece en simpatías se siente listo y preparado y el contendiente más vigoroso de la tercia para llegar con todo ímpetu y juventud a ocupar la primera magistratura.
José Antonio Meade, sin comprar boleto ni acreditar pertenencia al tricolor, se ganó el premio de la elección interna y así, con el apoyo irrestricto y unificado de la gran familia revolucionaria, que no es poca cosa, se alista a conquistar a un electorado que lo percibe como un funcionario eficaz, con buenos números en las dependencias en las que ha colaborado, en éste y en el anterior gobierno. Él deberá entender que tantos apoyos y respaldos podrían ser la peor estrategia de su campaña, al apostar por la continuidad de un desgastado régimen. De la retórica y contundencia de su mensaje en la campaña dependerá el eventual triunfo. El deslinde de Peña Nieto debe ser pronto a fin de marcar una distancia y un sello propio de proyecto político. No parece una misión sencilla, sin embargo la estructura partidista y el beneplácito de los organismos financieros internacionales podrían representar un fiel en la balanza.
Andrés Manuel López Obrador ha sido, desde 2006 a la fecha, un eterno candidato a la Presidencia. El conocimiento de los problemas nacionales, las giras permanentes por cada uno de los municipios del país, la honestidad como principio irrenunciable y su enorme compromiso con los sectores más pobres le han capitalizado un altísimo nivel de credibiidad entre los potenciales electores, que lo conocen por más de una década. Si bien el de Macuspana ya no es ese joven arrojado que amenazaba con expropiaciones y posturas radicales, es por mucho el más congruente de la baraja política. Si AMLO es capaz de mantenerse frío en la toma de decisiones, evitar las estériles confrontaciones con eso que él bautizó “la mafia del poder” y en mantener mesura en el debate con los adversarios, sin mostrar el odio de clase hacia las élites, es muy probable que en este tercer intento, Andrés Manuel López Obrador sea el presidente de México.
Con altas expectativas comenzó el 2018, desde la Presidencia hasta diputaciones locales; mucho está en juego y todos buscarán un pedazo de este generoso pastel. La sociedad quiere saber de una vez por todas si la costosa democracia servirá de algo para mejorar la vida de las personas que confían que la política a través del sufragio es la vía para lograr la esperada transformación del país. Ésta podría ser la última oportunidad.

Por: Mario Ortiz Murillo
Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.