Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la
represión policíaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos
son sus periódicos!, ¡qué timoratos!, ¡qué poca capacidad de indignación!”.
Periodista italiana Oriana Fallaci (1929-2006), testimonio de la matanza de Tlatelolco.
No fue una “trifulca” ni los agresores son “presuntos porros”, como dice la prensa. La represión a estudiantes de Filosofía y Letras y del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), planteles Azcapotzalco y Sur, tampoco fue un zafarrancho (maldito término aplicado por Excélsior a la matanza de 500 seres humanos en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968).
Lo ocurrido en estos días fue una agresión orquestada en la que participaron, con armas blancas, explosivos, varas y piedras, golpeadores vinculados al PRI, al PRD, al PAN y al cuerpo de Vigilancia de Ciudad Universitaria.
Se comprobó la participación de al menos tres grupos de porros: el 3 de Marzo, que actúa en el CCH Vallejo; nació del Frente Juvenil Revolucionario del PRI con Roberto Madrazo y creció al cobijo de altos funcionarios perredistas de las delegaciones Gustavo A. Madero y Azcapotzalco, uno de los cuales Edgar Carranza, apodado Escorpio, participó directamente en la agresión.
La Federación de Estudiantes de Naucalpan: grupo de choque, narcomenudeo y acoso sexual en el CCH Naucalpan y en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán; nació con el gobernador Arturo Montiel y se mantiene con el apoyo del ayuntamiento panista y de funcionarios administrativos del CCH y la FES antes citados. Uno de los agresores, Bruno Alejandro Zenteno Espinoza, está inscrito en Arquitectura de la FES Acatlán.
Otro grupo es el 32, que intimida, asalta y contiene protestas en el CCH Azcapotzalco; surge a voluntad de los porros que cubren Vallejo y Naucalpan. El periódico Letra Roja (letraroja.com) aporta imágenes de otros golpeadores, entre ellos Arturo N, “El Alacrán”, quien intentó impedir que una reportera de El Universal lo filmara y aparece portando una vara de kendo del tipo usado por los halcones en 1971.
Los grupos denunciados en diferentes medios independientes no son los únicos, tampoco lo son los 18 estudiantes expulsados por el rector Graue. Faltan quienes esperaban en Ciudad Universitaria al mando de Teófilo Licona, El Cobra, que forma parte del siniestro cuerpo de Vigilancia de la UNAM.
¿Por qué protestaban los estudiantes? Por desvío de recursos, cobros indebidos y otros abusos, deficiencias administrativas y acoso de porros. Los porros aparecen con otros nombres desde los años veinte, pero siempre por consigna del gobierno federal y con la complicidad, sumisión, omisión o iniciativa propia de directivos universitarios, politécnicos y rectores. Miguel Alemán los financió descaradamente como “grupos de animación deportiva”, o porras, de ahí el nombre de porros.
La promesa de “castigo a los culpables”, las “enérgicas condenas” del rector y los gobernantes en turno han arraigado tanto como las costumbres de la prensa venal y de los grupos enquistados que se mantienen en sus puestos mediante la intimidación y la inhibición de las protestas estudiantiles.
Más información general en: Sánchez Gudiño, Hugo. Génesis, desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990) (México, UNAM, 1990).
Información específica en https://www.laizquierdadiario.com/Ni-presuntos-porros-ni-trifulca-ataque-porril-contra-estudiantes-en-lucha#
Por: Agustín Ramos
El tiempo pasa, lo digo yo que nací en 1925, según los dueños de la palabra municipal. El tiempo pasa, hace un rato era de día y ahorita son las once con trece minutos de la noche. Me llaman Agustín Ramos (fíjense bien que no digo "me llamo", porque no acostumbro llamarme a mí mismo, ¿para qué?, si casi siempre estoy aquí conmigo). Nací en el año ya dicho por los ilustres poetas funcionarios, más ilustres que poetas, eso sí, aunque también el lustre y el puesto de funcionario les venga por la digna vía de la autopromoción. No es por hacer sentir menos a nadie, pero soy de Tulancingo... je, je. Me llevaron a México y ahí me puse a vivir. No concibo la escritura como algo distinto a la vida. Digo "viví" y es lo mismo que si dijera "escribí"; escribí millones de hojas, quince libros, o menos, como 17, entre novelas, ensayos y cuentos, sobre todo de temas históricos. Esto último gracias a la soberbia historia minera de estos lares míos y a la nostalgia que estos lares míos me producían cuando estaba recién llevado a México, ciudad donde viví y amé casi tanto como aquí. Y, bueno pues, ya son las once con 24. ¿Ven?, se los dije: el tiempo pasa, que me lo digan a mí que nací en 1925... Yo, el rey.